Capítulo 9

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Negros

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Negros.

Nunca he visto un par de ojos negros como esos, tan hermosos y fríos. Con una profundidad infinita e intensa.

El mundo se detuvo a mi alrededor, me perdí en ellos. Me sentí expuesta ante ellos y me gustaba.

Pestañeé sin salir del todo de ellos y me tomé el atrevimiento de admirar al portador. Si la respiración se me entrecortó al mirar sus hermosas esferas, dejé de respirar al ver su rostro.

Una mandíbula fuerte y cuadrada con una sombra de barba, un par de labios rosados, nariz recta, facciones definidas, con pestañas de envidia. Su piel es blanca con un leve bronceado dorado.

Rasgos duros, pero bellos.

Una combinación entre lo exótico y lo bello.

Bajé la mirada a su ropa. Lleva puesto una abrigo largo, unos centímetros más arriba de la rodilla, de un material parecido al cuero aunque no estoy muy segura de que lo fuera. Un pantalón gris al cuerpo y en sus pies un par de zapatos raros hechos del mismo material que su abrigo.

Levanto la vista hasta su rostro y veo su cabello negro azabache que apunta a todos lados, a simple vista se ve lo suave que es. Él desprende una fragancia a cítricos increíble.

Cualquiera que estuviera viendo como lo estoy estudiando se espantaría.

—No te me acerque más. —A pesar de su belleza, sigue siendo un extraño.

Él me pasa por al lado, ignorándome, caminando a quien sabe donde. Y se esfumó, dejándome completamente sola en un bosque desconocido y peligroso para mí o para cualquiera que se atreva a introducirse en él.

Deambulé un buen rato buscando la forma de volver a casa de Helena. No quiero ni pensar lo preocupada que va a estar cuando se despierte y se dé cuenta de que no estoy en la casa. Ni como lo va a tomar su madre, se supone que yo estaba en su casa "bajo su cuidado" y mi abuela... ¡DIOS! ¿Qué le voy a decir? Me fui de la casa sin siquiera pedirle permiso, tan solo se lo dije y me fui sin escuchar su respuesta. Tal vez ni me dejaba ir a dormir a la casa de la rubia y yo fui igual. ¿Qué me está pasando? Yo no soy así.

Estoy agotada, cansada, y no solo de esto, sino que de todo. ¿Por qué no puedo llevar la vida normal de una adolescente que su único problema es la ropa que se va a poner al día siguiente para ir al instituto?

—Te aconsejo que busques un lugar donde puedas terminar de pasar la noche. A menos que quieras caminar por el oscuro bosque y buscar la salida.

Habla a unos cuantos metros detrás de mí. Miro sobre el hombro pero ya no está.

Llevo caminando un buen rato sin saber el camino. La noche está muy fría y la ropa que llevo puesta no ayuda en nada. A pesar de la gran cantidad de árboles, la luz de la luna me permite ver un poco el lugar.

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