| 𝐄𝐥 𝐒𝐨𝐧𝐢𝐝𝐨 𝐃𝐞 𝐋𝐚 𝐂𝐚𝐦𝐩𝐚𝐧𝐚 | 𝐉𝐨𝐡𝐧𝐥𝐨𝐜𝐤 | ᴄᴏᴍᴘʟᴇᴛᴀ |

T E N

Capítulo dedicado a FalleeenAngelss, Wahoo!

¿Quién quiere una dedicación para el siguiente capítulo?✨

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Capítulo Diez:

En alguna parte a lo lejos una campana sonó y despertó a Sherlock. Abrió los ojos, y luego extendió la mano para tocar la sabana donde había estado John. Estaba vacía.

Sherlock trató de escuchar los sonidos del más pequeño en el baño, pero no oyó nada. Frunció el ceño ligeramente. Quería levantarse e ir con John pero pensó que tal vez el chico necesitaba un poco de privacidad. Dejando escapar una sonrisa de satisfacción, Sherlock cruzo sus manos detrás de su cabeza y miró fijamente la cobija, una sensación de paz profunda lo rodeo.

Una noche no sería suficiente.

Sherlock nunca pensó en el matrimonio para él, sobre todo, no en un matrimonio con otro hombre.

¿Era eso, incluso legal? Moriarty tendría que averiguarlo.

Sin embargo, eso no importa ahora. Ahora, cuando el empresario estaba allí, sabía que quería que John estuviera con él para toda la vida.

Sherlock sonrió por la satisfacción que sentía, la plenitud de conocer y amar a la criatura más dulce y angelical que jamás había existido. Cerró los ojos y esperó a que su amor volviera a la cama.

No supo cuánto tiempo había dormido. ¿Cinco minutos? ¿Cinco horas?. El tiempo había dado a luz una incertidumbre y miedo.

Sherlock apartó las mantas, se levantó y miró en el vestuario. La puerta del baño estaba abierta. La habitación estaba a oscuras.

Su estómago dio un vuelco.

Sherlock se precipitó en el interior, fue a ver las cestas para dormir de los cachorros, gatos y conejos. John no estaba en ninguna parte a la vista.

-¿John? - Preguntó, yendo de nuevo al dormitorio. No se oía nada, más que el maullido adormilado de un gatito, el quejido de un cachorro -¡John!- gritó de nuevo, poniéndose su ropa pues apenas llevaba una bata.

Abrió la puerta y corrió por el pasillo. Se detuvo en la parte superior de la escalera.

-¡John!- gritó. El nombre se hizo eco burlándose a través de la sala.

Pero en ese momento, Sherlock supo que John no le respondería. En su corazón él sabía, porque ese sentimiento mágico ( que había sentido desde el primer momento que había visto al hombre más pequeño) se había ido.

Tan pronto como si Dios hubiera tronado los dedos, se había ido.

Sherlock se quedó mirando su mano, sus nudillos blancos mientras se apoderaba del pasamanos, luego se hundió en el escalón superior. Él no se movió durante un largo tiempo. Todo lo que él era, y cada alegría que tenía, evacuada hasta que se sintió como si no fuera nada más que vacío, el vacío humano.

Tomó un par de respiraciones profundas, miro a todas partes sin saber donde iba a encontrar al menor, por primera vez maldijo el tener una casa tan enorme.

Dijo el nombre del otro hombre por última vez. Fue apenas un susurro, la voz se le atoraba en el pecho, quería seguir gritando su nombre pero un nudo se hizo en su garganta.

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-Sherlock, ¿jefe hay algún problema? - comento el chófer disfrutando de la noche buena junto a su familia.