CAPÍTULO XXVI

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Parecía que el tiempo a su alrededor se había congelado, todo se veía igual, como si acabará de llegar algo que molesto a Dael, ya que podría significar que el sufrimiento seguiría de nuevo. Se levantó del árido suelo y dio algunos pasos frente a ella, pronto el sol anunciaría la mañana así que todo el lugar a su alrededor dormía aún. Cerró sus ojos y respiro calmadamente, escucho el sonido de la brisa, algunas aves cantoras despertaban de sus nidos e iniciaban su día, pero lo que más deseaba escuchar se encontraba mudo o eso fue en los primeros minutos; Deal sonrio, había la posibilidad que aquello que había escuchado era sólo su imaginación o un truco del bosque pero sabía que nada perdería con buscar el origen de aquel sonido.

Lo único que escuchaba eran sus propias pisadas sobre algunas hojas secas, su respiración que empezaba a ser más agitada y el viento acompañándola en su caminar; pronto sus ojos se encontraban con lo que parecía unas caballerizas y fuera de ella un gran semental, por fin Dael había encontrando lo que tanto ansiaba encontrar, ante sus ojos su querido amigo Storm, quien al parecer también la observaba, movía sus patas delanteras tratando de llegar a ella, pero las sogas alrededor de su cuello y hocico le impedía alejarse del lugar.

—Mi hermoso chico, por fin te encuentro.

El estar junto a su amigo le otorgaba gran tranquilidad; mientras acariciaba su hocico se cercioro que todo el se encontrará ileso pero algunos rasguños y cortes le indicaba lo contrario. Ambos compartían el mismo temperamento, Storm no permitía que otra persona ajena a Dael se acercara y mucho menos lo montara, ella sabía que aquellas heridas significaban resistencia y lucha, y si no saldría de allí, esas marcas no serían las únicas en su cuerpo.

—Debemos salir de aquí, si te soy sincera no sé cuánto tiempo podré soportar este lugar.

Dael era una mujer fuerte y no se rendía con facilidad, pero estar en tierras desconocidas la desorientaba, no tenía miedo pero sabía que sus enemigos se contaban en decenas y no tenía muchas personas en las cuales podría confiar.

De pronto se escucharon gritos, como una señal de alerta, los pájaros revolotearon sin cesar, Storm se alteró y empezó a tirar del lazo que lo ataba y retenía, se alzó en sus patas traseras y relincho con gran fuerza, el sabía que el mal se arremolinaba a su alrededor y pronto vendrían por ellos.

— ¡La tenemos!

Un grito provenía detrás de Dael y al voltear ella divisó a varios personas armadas con fechas y espadas a punto de atacar, lo primero que hizo fue tratar de defender a su caballo, un animal que estaba brioso y alterado; pero logró observar que de nuevo la historia se repetía, ellos podían estar a pocos pasos de matarla pero no se movían, su mirada denotaba la rabia y el deseo de acabar con su vida pero no había algún movimiento de su parte.

— No entiendo porqué estas aquí, has logrado llegar a tu bestia sin ser vista por mis hombres y de manera casi inmediata se escapa la bruja que te acompañaba ¿Tendrás tu algo que ver con su repentina desaparición?

Araf salía de entre los hombres, su mirada profunda y penetrante se dirigía directamente a Dael, alzó sus brazos y acto seguido los hombres a su alrededor bajaron las armas, dio algunos pasos y quedó a poca distancia de su rehén.

— Es impresionante el lazo entre tu y la bestia que proteges - si voz ahora parecía mal calmada que antes, trataba de llegar a Dael de manera tranquila, él estaba decidido a llegar a ella, esa era la única manera de obtener lo que quería - la mujer que te acompañaba desapareció, como tú lo hiciste, nadie logró ver más allá que sus propias manos…

Araf de giro y quedó frente a su pequeño pueblo, frente a sus seguidores.

— …me parece inconcebible que ninguno de ustedes lograrán ver lo sucedido ¡Son unos inútiles! Dos mujeres se pierden de sus manos y nadie hace nada por encontrarlas.

La Muerte de la Guerrera Blanca [Sin editar]Место, где живут истории. Откройте их для себя