CAPÍTULO XXV

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—No entiendo que está pasando aquí, pero de lo que si estoy seguro es que no es normal, tiene que ver con la magia. 

Al parecer Samuel estaba tan consternado como Daniel de lo que estaban observando, aquello iba en contra de lo que conocían. Pero lo que rondaba por la mente de aquel viejo era algo más extraño y escalofriante. 

—Escuche de esto cuando era más joven, en ese entonces pertenecía a la caballería de tu abuelo. 

—Y qué exactamente lo que escuchaste. 

—Cuando el río actúa de manera contraria a su naturaleza es porque el diablo está jugando con ella y…

Un grito desgarrador y tétrico se escucho en los alrededores provocando en aquellos dos hombres escalofríos. No sabían de dónde había provenido, en ese momento se oscureció aún más y la frondosidad de los árboles hacia imposible ver más allá de sus manos o sus pies, empuñaron las espadas al escuchar algunos pasos que provenían del frente, justo al otro lado del arroyo, éste parecía ser profundo y ancho, pero no significaba una defensa. 

—¿Qué es eso? 

Del mismo lugar donde provenían los pasos se podía ver una luz, entre mayor era el ruido, mayor la luminosidad, sin duda alguien estaba por allí. Se sentían ansiosos al pensar que podían morir allí mismo, que ero aquellos pensamientos atormentados quedaron en silencio al ver el rostro del extraño o más bien de una extraña. 

Tal vez una distancia los separaba, pero la belleza de aquella mujer era tan visible que la misma oscuridad se apartaba de ella. Sus pómulos marcados, ojos almendrados ycabello largo y negro demarcaban su delgada silueta así como el l vestido que ondulaba alrededor de su cuerpo, aquel que podía observarse debido a la traslucidez de la tela, la desnudez y su aspecto lleno de juventud atraía, sin duda, a cualquier hombre que posara sus ojos sobre ella, la encarnación de la lujuria y el deseo. 

—Es muy bella. 

Daniel estaba encandilado por la aparición, era la primera vez que observaba la naturalidad del cuerpo femenino y deseaba delinear su contorno con sus manos. 

—No la mires muchacho. 

Samuel tenía experiencia y sabía que aquello que sus ojos veía no podía ser cierto. 

—He oído hablar de ninfas encantadoras que habitan escondidas en los bosques o lagunas, pero no se atreven a ser descubiertas, lo que vemos es diferente, es una bruja. 

—No es una bruja, mírala bien. 

Aquella encantadora deidad miraba fijamente a un hechizado Daniel, movia sus labios pero no salía alguna voz de su boca, agitaba su mano llamándolo a su encuentro y de manera inmediata él acudía a su lado. Mientras intentaba dar su primer paso dentro del río Daniel fue detenido por Samuel, al parecer él no había sido "hechizado", pero ¿por qué? 

—Lamento hacer esto. 

Samuel tomó a Daniel del cuello y lo empujo hacia atrás y antes de que el pudiera moverse lo golpea en la cara haciendo que él perdiera la conciencia. Mira hacia la mujer pero está presenta un semblante totalmente diferente, su piel se torno a un color grisáceo oscuro, de su boca sobresalían dientes deformes y puntiagudos. Ya no había nada que representara la belleza, aquel espectro que Samuel veía ahora era su verdadero aspecto. 

—¡Parece que no comerás hoy, bruja! 

Si había algo que molestaba a aquel demoníaco espíritu eran los insultos pero aún más el impedirle alimersarse, de pronto se escuchó un bufido animal, como el de un toro, nada agradable y antes que Samuel se preparará para defenderse sintió que un gran peso caía sobre su cuerpo, lo empujaba contra un árbol y lo tiraba al suelo. Sintió como si mil agujas se enterraban en su cuello y abdomen, justo donde lo había sido sujetado. Cerró los ojos, evitó a toda costa ver aquellos agujeros negros; percibió un olor nauseabundo sobre su rostro, pero al girar su cabeza para evitar el contacto ésta era tomada a la fuerza para ponerlo de nuevo en su sitio, pronto sintió como la sangre se desplazaba por su cien hasta perderse detrás de la cabeza. 

La Muerte de la Guerrera Blanca [Sin editar]Onde histórias criam vida. Descubra agora