CAPÍTULO XX

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—¿Después de tanto tiempo en el castillo, piensas irte?

Daniel se encontraba en la puerta de la habitación de Samuel, quien se disponía a salir llevando consigo sus pertenencias.

—Mi trabajo aquí ha terminado, todos mis estudiantes se encuentran listos para salir a defender su pueblo.

—Creo que te hizo falta uno más.

Samuel no entendía lo que su príncipe le decía, cada joven que había entrenado se encontraba ahora en las manos de Endric, ya no podía hacer nada más, no tenía a nadie bajo su protección.

Daniel veía como aquel viejo maestro negaba con su cabeza, él estaba dispuesto a salir del castillo, miró lo que llevaba y ser sorprendió al ver que no era mucho lo que él tenía. Tal vez algunas prendas de vestir y sus conocidos libros y manuscritos. Cuando Samuel se encontraba cerrando la que alguna vez fue su alcoba y salía del lugar, Daniel sostuvo su brazo.

—¿Crees que podré ser un digno estudiante tuyo?

Samuel no podía creer lo que escuchaba, volteo su mirada a él joven Daniel, él se veía sonriente, pero sobre todo decidido.

—He de reconocer que sería todo un honor el tenerte como una discípulo más, pero tengo conocimiento de tus estudios y entrenamientos, sé que el rey ha sido estricto contigo para que conozcas tus futuras responsabilidades… en ese caso no sé en qué le podría ayudar.

—Quiero tener el mismo entrenamiento que le brindó a mi hermana, sé que fue diferente a los demás, sé que usted vio algo en ella que nosotros habíamos ignorado y quiero llegar a entenderla.

Samuel soltó un gran suspiro, quería entender todo lo que Daniel decía, no podía poner en riesgo la salud del príncipe y aunque se escuchara algo egoísta, no quería arriesgar su vida como lo había hecho con Dael, pero aquel joven se mostraba decidió ante sus decisiones, algo que le recordaba a su mejor estudiante.

—¿Se encuentra seguro de lo que dice, joven príncipe?

—Sería cobarde el declinar en lo ya dicho, además estamos en una difícil situación y creo que no está demás el saber un poco más. Conozco de un lugar en el cual podemos entrenar si ser interrumpidos, algunos de mis hombres me ayudarán ante mi padre, aunque estoy seguro que se encuentra algo ocupado y no se percatara de mi ausencia.

Samuel parecía estar pensando en una nueva y atractiva propuesta, pensó las palabras que alguna vez había dicho Dael, no sería cobarde y si en algún momento volviera a encontrarse con su caprichosa aprendiz, se lo demostraría.

—Bueno, creo que es mejor comenzar ahora, nuestro tiempo es muy valioso y no podemos desperdiciarlo, iremos de las palabras a la acción.

Daniel sonreía, ahora le demostraría a su padre que podía llegar a ser más grande que él y por fin estaría en la piel de su hermana.

—Estoy de acuerdo contigo, acompáñame.

Daniel salió acompañado de Samuel, y éste llevó consigo sus pertenencias, al parecer sí saldría del castillo pero su nueva estancia era desconocida.

-¿Estas seguro que nadie se enterará de esto? Estoy viejo, ya viví lo que tenía que vivir, tú en cambio eres muy joven.

—No tienes por qué dudar de mi palabra ¿le dijiste eso a Dael cuando te pidió que la entrenaras?

—Cuando vino a mí por primera vez pensé que estaba bromeando, pero ella estaba muy seria, al principio me insulto, sabes, cuando me negué y me opuse a su idea, no podía creer que la futura reina pensara de esa manera o me pidiera aquello, pero fue esa forma de ser lo que me impulsó a tomarla como mi aprendiz, ella es muy diferente a cualquier princesa.

La Muerte de la Guerrera Blanca [Sin editar]Where stories live. Discover now