[ XXXXIII ]

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El Audi A3 color amarillo estaba fuera de la casa Cullen en espera de que la dueña del auto junto con su hijo, subieran.

—Siempre es lo mismo. - Resoplo de mala gana la vampiresa, puesto que llevaban alrededor de tres horas intentando marcharse, pero simplemente no los dejaban.

—¿Tanto trabajo te cuesta quedarte aquí? - Gruño Lucifer quien no soltaba a Elián aunque esté luchaba para salir de sus fuertes y asfixiantes brazos. —¡Elián podría entrar a estudiar en la reserva, y luego ir al instituto de Forks!

—Yo quiero Harvard. - Sé quejo el menor pero fue completamente ignorado por el demonio.

—Lucifer... Llevamos tres malditas semanas discutiendo esto, fines de semana contigo, y los veranos te tocan a ti, deja de ser tan infantil.

—¡Para ti es fácil decirlo! - Grito indignado. —¡Tú te vas a quedar con él!

Romina quien estaba sentada en las escaleras de la casa solo rodó los ojos mientras rogaba por un poco de paciencia al cielo.

—Papá, deja de lloriquear por favor, a parte no es como si me quisieras tanto.

—¡¿Cómo osas decir que no te quiero?!

—Me olvidaste en la casa del jefe Swan, tomaste a Ness, a Seth, a Apolo y a Tomato, pero a mí me dejaste ahí y volviste ¡Cuatro horas después!

El vampiro soltó a Elián en ese momento. —Bien, creo que ella te cuidará mejor, adiós, te veo el viernes.

—¿Pero que Romina no lo olvido en...? - Rose le tapo rápidamente la boca a su pareja.

—Cállate o nunca se irán.

—¿Ya podemos irnos? - Pregunto con el aburrimiento en cada parte su cuerpo la castaña.

—Ya, váyanse antes de que Lucifer los detenga de nuevo. - Se burló Carlisle el cual junto con Esme se encontraba recargado en el barandal de la terraza.

Elián paso por los brazos de todos nuevamente, la ceja de la castaña se crispo cuando su abrazo con Seth duro más de la cuenta, como si no lo fuera a ver todos los fines de semana o hablar todas las noches por videollamada con él.

—¿Seguros que no quieren que los lleve? - Les cuestionó Romina a Maia y Bakú.

—Desde que te desmayaste por exceso de equipaje comprendimos que es mejor viajar en avión. - Alegó Bakú. —Aparte ¡Por fin en siglo y medio saldremos de México!

—Ya deja de quejarte. - Bufó Maia quien se acercó a abrazar a su hija. —Cuidate mucho, te enviaré correos desde París.

—Y Amsterdam.

La castaña sonrío de oreja a oreja con una felicidad palpable, ya que por primera vez aquella mujer que la convirtió, tuvo la valentía de ir a explorar el mundo junto con su pareja, sin miedo y sin ataduras.

Midnigth ✓ → [Edward Cullen] Where stories live. Discover now