Midnigth ✓ → [Edward Cullen]

[ XXXVIII ]

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Lucifer había salido de la habitación de Elián después de arroparlo y dejarlo sumamente dormido sobre su cama, también fue lo suficientemente amable de aventarle una cobija a Seth ya que se había quedado dormido en el tapate bajo la cama.

Tendría que explicarle que no era un perro, al menos no completamente, así que debía comenzar a actuar como un chico.

Con un suspiro salió de la habitación, fuera de está se encontraba Romina, en sus brazos reposaba la pequeña Renesmee la cuál estaba profundamente dormida con una manta a encima cubriéndola del frío.

—¿Serías tan amable de explicarme por qué Seth actúa como un perro fiel con mi hijo? - Le cuestionó la vampiresa una vez que ambos comenzaron a caminar fuera de la casa, para dirigirse al aquelarre enorme de vampiros.

—No lo creas, yo también comienzo a preocuparme por esas actitudes ¿A caso Elián será un domador de bestias?

Romina chasqueo la lengua con fastidió, no quería pensar en lo que sea que estaba ocurriendo con esos dos, esa amistad comenzaba a tornarse algo extraña.

—¿Por qué no ví a Jasper y a Alice? - Pregunto con el afán de cambiar de tema a uno más serio.

Lucifer suspiro antes de tomar sus manos por detrás de su espalda. —Desaparecieron al día siguiente de que Alice tuvo la visión.

—Jasper no es del tipo de personas que huyan, entonces ¿Qué está pasando?

—No sabemos a dónde se fueron, pero pronto llegaron testigos de las amazonas diciendo que ellos los habían mandando, al parecer ambos tienen un plan para salir bien librados de está.

Romina contuvo su agrio comentario sobre las fallidas visiones de Alice, si ellos querían creer en lo que la vampiresa veía, adelante, ella por su parte solo dejaría que se la llevará la corriente tal cual un camarón.

Sus ojos carmesí se posaron en la niña que descansaba su cabeza en su hombro, era una cosita pequeña y amable, era divina, tan buena persona, curiosa y bondadosa, tenía que admitir que su parecido con sus padres era extraordinario.

Soltó un suspiro con pesar el imaginar lo que pasaría con ella si es que los italianos no aceptaban sus declaraciones, estuvo segura de que aunque estando muerta la recorrió un escalofrío al imaginarse lo que le pudieran hacer a Elián, ellos solo eran unos niños que no la debían, que no tenían nada que hacer en esa ecuación, pero tristemente ahora más que nada estaban involucrados.

—Jacob vuelves a gruñir otra vez y juro por las faldas de mi madre en paz descanse que te voy a arrancar la cabeza. - Prometió Lucifer quien ya estaba harto de la actitud tan sobreprotectora e infantil que tenía el lobo en estos momentos.