[ II ]

15.7K 1.2K 204
                                    

☾

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Septiembre 19, 1810.

Todo cambió de un segundo a otro. Tras dejar de sentir que estaba en el infierno mismo, todo se torno de una manera extraña.

Los sonidos se escuchaban claros, podía escuchar hasta lo más lejano. Un sin fin de olores fue lo que sus fosas nasales notaban, algunos incluso eran difíciles de reconocer.

Al abrir sus ojos se llevo la sorpresa de que podía notar a la perfección aquellas partículas de polvo, aquellas astillas que se escapaban de la madera del techo.

Todo parecía ir más lento.

Pero paso al instante a segundo plano, al notar que había otra persona y tras recordar los últimos sucesos que habían pasado, no pudo evitar ponerse a la defensiva.

Por instinto propio empujó a la persona frente a ella, antes de saltar de la hamaca donde se encontraba, al tiempo en que un extraño rugido escapaba de ella.

Romina estaba a la defensiva totalmente, observando como aquella mujer a la que había aventado, había salido volando literalmente a una distancia considerable.

Ella se sentía fuerte, demasiado fuerte, como si fuera invencible, como si pudiera ser capaz de lidiar la guerra sola.

No le interesó saber a que se debían tantos cambios, solo quería mantenerse a salvo, y a estas alturas no podría confiar en nadie.

—La supervivencia corre en ti, Hiuhtonal. -Silbo la mujer que había sido arrojada lejos al tiempo en que se ponía de pie mostrando una sonrisa curiosa. —Eres demasiado fuerte, estas alerta, a la defensiva. La verdad no podía esperar más.

La joven se quedo analizando a la mujer que le hablaba con tanta confianza, era alta sin duda alguna, tenía una piel achocolatada y lisa, su cabello era negro, totalmente negro, brillaba demasiado y caía totalmente rizado hasta su cintura.

Labios gruesos, rosas, pestañas largas, cejas pobladas, ojos grandes y... Rojos.

—¿Quién es usted? ¿Y qué quiere de mí? -Pregunto a la defensiva, aún manteniéndose alerta a cualquier tipo de movimiento a su alrededor.

—Mi nombre es Maia. -Explicó con calma, mostrando un acento diferente al suyo, ella sí parecía ser una nativa de estas tierras. —Y por ahora solo quiero que te calmes, que yo no pienso hacerte daño, Hiuhtonal.

—Maia... -Musitó aún sin fiarse de ella, poco a poco comenzó a observar el lugar, era una casa extraña, hecha de madera y llena de todo tipo de yerbas con olores tan fuertes y raros.

Pero entonces algo llamo su atención, a sus pies se encontraba una cesta cubierta por hojas de platano, en donde había agua, agua suficiente para que su reflejo pudiera verse.

Midnigth ✓ → [Edward Cullen] Where stories live. Discover now