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El tiempo pasó, y aquellos 4 meses y medio acabaron. Era hora de pasar la prueba de fuego. Literalmente.

— si hacen todo bien, ustedes quedarán en la estación 53. — les dijo JaeBum. — serán parte de mi equipo y familia.

8 personas estaban detrás de JaeBum, no parecían bien formados o algo, es más, miraban a los novatos con entretenimiento. De seguro ellos eran los bomberos.

— detrás mío está el teniente Kim Heechul, él es mi mano derecha. Sus compañeros serán Kim Hyuna, Kim HyoJong, Do KyungSoo, Chae HyungWon y Ahn HyeJin siempre y cuando aprueben. — todos se miraron entre sí. — esta es la parte más difícil del examen, si necesitan ayuda podrán pedirla, aunque sea una simulación aún corren riesgos. Si no se sienten preparados, no gasten energía y tiempo, hablen ahora o callen para siempre.

JinYoung, en su interior hubiera dicho que no hubiera podido. A veces sus pensamientos eran demasiado negativos, y ahora tenía miedo a fallar. Dio lo mejor de sí durante este último tiempo para dedicarse a salvar vidas, no tan solo vidas, sino calidad de vida. Si se era sincero, empezaba a dudar en si seguir con esto. Ser paramédico era un horario establecido, ciertas horas a la semana, con un buen sueldo, un empleo que le permitía cuidar a sus padres y descansar lo suficiente. Ser ahora parte de la brigada de bomberos sería salir de su círculo de confort, complicando innecesariamente su vida, pero a su vez, sacándolo de la monotonía que tenía desde hace 10 años.

10 años yendo de la escuela a casa, de la universidad a casa, del trabajo a casa. Era la vida que decidió, pese al intento de sus padres por alentarlo a descubrir nuevos horizontes, arriesgarse en el amor.

Sabía que si seguía ahora por fin podría cambiar algo en su interior, cambiar sus vida, darle un poco más de sentido, pero a su vez sentía culpa. Sentía culpa por intentar ser feliz, y eso lo estaba matando por dentro. Aunque, si lo veía desde otra perspectiva, todo el conocimiento que adquirió ahora sería una ayuda cuando volviera a esa ambulancia tan pequeña y con alguien muriendo en ella.

No, no podía retractarse ahora. Quizás en la noche. Este era su momento.

Demostrarle a todos de lo que era capaz, demostrarse a sí mismo que podía permitirse sentir más emociones. Demostrar que en su vida no podía dominar la culpa.

Agradecido por tener el uniforme y el casco encima, con pequeñas lágrimas en los ojos, aunque imperceptible para el resto.

Rindió su examen perfectamente, aunque más callado de lo normal, pues tenía un nudo en la garganta, uno el cual le molestó durante toda la prueba y que no podía tragar, pero era un profesional y no dejaría que su vida sentimental tumbara su trabajo. Era su hora de brillar.

Al quitarse el uniforme, sus las marcas de lágrimas se confundían con las gotas de sudor, por lo menos sus ojos no estaban rojos y el nudo en su garganta empezaba a deshacerse poco a poco.

Después de unas palabras de aliento por parte de JaeBum, todos fueron a las duchas a quitarse el olor de encima, en cambio, Park se metió a una butaca y empezó a llorar en silencio, sin sollozos ni nada que hiciese ruido.

La culpa lo estaba matando, como si tuviera una correa de acero en el cuello y estuviera atado a una tristeza perpetua. Tenía una carga horrible encima. Amaba a sus padres, pero sabía que se autoengañaba con que no necesitaba renunciar a ellos, que podía y debía seguir a su lado para cuidarlos. Tenía una deuda como hijo, era claro, pero ya no sabía cuánto más podía seguir pagando, su alma estaba siendo arrastrada a una soledad inevitable.

Cuando su mamá muera, porque es algo que sucederá, ya no tendría esa carga, pero también quedaba su padre, a él también debía cuidarlo. No confiaba en los asilos, así que todo estaba en sus manos. Lo que quedaba de su adolescencia se perdió, renunció a los buenos momentos que la vida le pudo haber dado. ¿Así sería el resto de su vida adulta?

Era altruista. Aprendió y creció así, y así trabaja. Da sin esperar recibir nada a cambio. Cuidaba a sus padres sin importar qué, pero luego... ¿quién cuidaría de él?, ¿quién se preocuparía de él en su vejez solitaria ya que en mucho tiempo de su vida solo se dedicó a dos personas, sin conocer a nadie más? Mordió su polera para evitar un enorme sollozo.

Tenía una ética impecable, una labor admirable, una dedicación única. Cualquiera diría que era una persona intachable. Pero ese cualquiera no se quedaría al final de su día, solo se iría y volvería cuando necesitase ayuda.

Tenía muchas ganas de rendirse. Se sentía ahogado nadando contra la corriente, una asfixia que lo perseguía a la hora de dormir. La preocupación, la culpa, la preocupación, la culpa.

Incluso ahora, en su momento de pánico, no lo dejaban tranquilo. En lugar de seguir llorando en una pataleta con la vida, debía ir a casa a atender a su mamá.

Se sentía tan aplastado, tan atrapado en una rutina que jamás acabaría. Toda persona tenía su límite, toda persona tenía su lucha en la cual podía tirar la toalla, y él sentía que hace mucho debió darse por vencido. Ahora era arrastrado al abismo de un profundo océano, donde nadie lo escuchaba y nadie lo socorría. Lentamente perdía su voz y sus ganas de seguir adelante.

Durante 4 meses pudo olvidarse de sus problemas, reír junto a nuevos amigos, tener algo nuevo en su vida, sentir adrenalina, pero sabía que ese monstruo, ese demonio lo espararía hasta el final, para atraparlo y consumirlo por completo.

No sabía por cuánto había estado llorando. Alzó la cabeza y la iluminación se había opacado. Seguramente llevaba horas así. Quizás una hora y media o dos. Esperaba que no hubiera nadie en el lugar, no quería deberles explicaciones del por qué desapareció tan repentinamente.

Salió de la butaca y fue a lavarse la cara. Dios. Era un desastre entre lágrimas y mocoso. Tenía los ojos rojos e hinchados, con un rubor que se extendía hasta sus orejas. Genial, hasta por verse patético se quería poner a llorar. 

Ya no podía seguir con esta farsa. Era infeliz y sonreír era darse una puñalada en la espalda a sí mismo. Era infeliz y nadie estaba allí para darle un abrazo y decirle que pronto pasará.

Había llegado muy lejos como para ser verdad. Mañana presentaría su retiro. Daría las gracias a su equipo y volvería con Mark a esa ambulancia tan pequeña.

— pensaba que te habías ido a casa hace un par de horas. — escuchó detrás de sí. Vio en el espejo que se trataba de JaeBum. — ¿estás bien?

Iba a responder que sí, que pronto pasaría. Solo era la emoción que el día le había dejado y los nervios lo llevaron a quedar así. Pero ya quería dejar de engañarse a sí mismo.

— no... — respondió en un hilo de voz, volviendo a desmoronarse.

Firework {JJP}Where stories live. Discover now