Capítulo 02

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Capítulo 02:

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22 de marzo.

—Llegas tarde. —Escuché a Molly en cuanto llegué al restaurante. 

Me coloqué el estúpido delantal que ella sostenía lo más rápido que pude, mientras la miraba con fastidio.

—Uy, no me digas —espeté con sarcasmo. Miré a Molly un instante y luego suspiré—. Lo siento, estar con Logan todos los días me ha hecho daño. Hoy casi mato a una chica con mi auto, luego había mucho tráfico y como si fuera poco tengo mucha tarea que hacer o no volveré a nadar en la próxima competencia.

—Viejo, eso debiste haberlo pensado cuando te divertías en todas esas fiestas. —Se entrometió Derek.

—Cállate, Derek. Te escuchas como mi madre —le dije, mirándolo mal.

—¿Sigue enojada? —preguntó Molly, entregándome una libreta y un bolígrafo.

—Otro de mis problemas —masculle.

—¡Harris! —gritó Danna, la gerente.

—Perfecto... —bufé.

Rodé los ojos, pero conté hasta tres antes de girarme para encararla.

La gerente me odiaba, sin embargo creo que el sentimiento era mutuo.

Cuando estaba lo suficientemente cerca de ella le regalé una de mis más grandes sonrisas, sabía que así la fastidiaba aún más.

—¡Danna, querida! —Extendí mis brazos. Al menos quería divertirme un poco ese día.

—Tarde, de nuevo —dijo, de manera cortante, mientras se apartaba de mí—. Son dos este mes, si llega a suceder no te sorprendas cuando te echen.

—De acuerdo —dije, fingiendo indiferencia.

—Tienes trabajo, ven conmigo —A regañadientes la seguí—. Llegó alguien solicitando el puesto. —Se giró viéndome con una expresión cargada de fastidio—. Tú iras y le harás una entrevista, que sé yo, le enseñarás el trabajado —dijo, sin molestarse en mostrar un poco de amabilidad—. Es tu responsabilidad.

—¿Por qué yo? —Me quejé.

—Porqué soy la gerente. —Se encogió de hombros para restarle importancia, dejándome sin saber que hacer.

—Que te jodan... —murmuré.

Tomé mi libreta de mala gana. No tenía ni la menor idea de cómo hacer una entrevista. A mí nunca me hicieron una, apenas dije mi nombre y a los cinco minutos ya estaba escribiendo órdenes y entregando comida a clientes sin educación.

Caminé sin mucho ánimo hasta llegar al recibidor del restaurante. Entonces, sin tener mucha idea de lo que podría hacer o decir, me planté frente a la persona que me esperaba, y fijando en vista en algún punto fijo de la pared, evitando hacer contacto visual empecé con mi discurso improvisado.

—Buenas tardes, me dijeron que solicita el puesta. Tal vez podría decirme su nombre, hablar un poco sobre usted y luego le mostraré como sería su función aquí. —Creo que estaba empezando bien, evité sonar cortante. Alcé la cabeza para encarar a la persona que no decía ni una sola palabra, y...

—No puede ser. —Solté una pequeña risa.

Ok, este día parecía interesante. Pensé.

—¿Trabajas aquí? —preguntó. La chica castaña se veía muy sorprendida.

Esa vez la pude detallar mejor, llevaba ropa holgada, una coleta alta un poco desaliñada, y estaba tan pálida que podía ver algunas líneas rojizas y verdes en su rostro.

Asentí apartando la mirada.

—Mejor me voy. —Se giró. Por un segundo no me moví.

—Oye, no, no creas que por lo de hace un rato me comportaré como un idiota. —Le aseguré.

Se volvió y me observó por unos segundos con una expresión un tanto extraña. Luego suspiró.

—Soy Amelia. —con un movimiento vacilante me tendió la mano. Su mano estaba muy fría, pero le sonreí.

—Muy bien, Amanda. Llámame Harris.

—Soy Amelia. —repitió, pero esta vez en un tono molesto. Solté una risilla.

—Lo sé, Hanna —La molesté.

La llevé hasta la cocina, mostrándole el lugar, luego le expliqué lo que tenía que hacer y me sorprendió ver como me escuchaba con atención y como se presentó con los demás de forma amable. Terminé dándole el empleo ya que se veía muy decidida.

El trascurso del día no fue tan pesado, Amelia se quedó de inmediato a trabajar haciéndolo de manera increíble, y no recibí ninguna queja de parte de Danna, lo que era sorprendente.

—¿En que tanto piensas? —Ladee la cabeza para quedar frente a frente con Annie.

—Hoy casi atropello a alguien y luego me la encontré en el trabajo solicitando el puesto como mesera.

Annie alzó una ceja.

—¿Es una chica?

Asentí.

—No me digas que te pondrás celosa, Ann. —Tomé un riso de su cabello y juegué con el. Negó con la cabeza con una linda sonrisa tierna en el rostro.

—No tengo por qué estarlo, eres un buen novio.

Me besó.

Llegué a casa de Annie para hacer los deberes, pero en menos de una hora terminamos tumbados en la cama, ella hablando sin parar y yo solo la besaba o jugaba con su cabello, fingiendo prestar atención.








Llegué a casa de Annie para hacer los deberes, pero en menos de una hora terminamos tumbados en la cama, ella hablando sin parar y yo solo la besaba o jugaba con su cabello, fingiendo prestar atención

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Un corazón para Amelia Where stories live. Discover now