Una Joya De Mujer

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Desde los inicios
sentí su radiante calor;
entre extraños sabores
entre tantos alrededores
andaba confundido en sus
primaveras de colores.

Y pensé que todo lo tenía
y contento me sentía,
pero sin darme cuenta
ni siquiera de la luz del alba;
pues fui atraído hacia
algo precioso que brillaba.

En mi frágil rostro
pude abrir mis ojos
y ví un firmamento:
¡Oh mis ojos no mienten!
¡Veo a una joya de mujer!
  
¡Oh riqueza de mujer!
para mi serás lo mejor
que el Señor pudo haber creado;
una joya rica en pensamientos 
que ha alimentado;   
la ambición de los sentimientos
de este penoso corazón.

Nunca pasé hambre
porque me dió de comer
¡El infinito elixir
de su enjambre!
Nunca el frío me mató
pues estaba cubierto
de su amor.

Empecé a sentirme solo 
y me abrazó con ternura,
lloré adentro de una penumbra,
pero ella como un rayo fugaz;
me llevó por los amaneceres
en su santa faz.

Con estos simples versos
que no valen ni unos besos;
sólo sirven para enseñarle 
que siempre quiero estar
en su boca recitable.

¡Oh ya tengo un tesoro!
Una joya de mujer
¡Qué brillas más
que el mismo oro!

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