Capítulo 4: Una ayuda inesperada

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Janette se dirigía hacia su cuarto mientras pensaba en como se sentía después de haberle contado su pasado a Charles. Se sentía bien de que porfin podía confiar en alguien, pero aún así sentía temor por dentro. No quería encariñarse con nadie, ni con ningún alumno, ni profesor. No quería considerar a nadie "amigo", por temor a que en el futuro salgan afectados por ella. Estaba a punto de abrir la puerta, pero, del silencio que había, escuchó el llanto de alguien. Extrañada, siguió el sonido. Era de un niño sentado y recostado en la pared que estaba llorando. 

-¿Qué te pasa? - le preguntó Janette.

El niño la miró, pero rápidamente volvió a poner la cabeza encima de las piernas dobladas.

-Eh, puedes contármelo. - le murmuró Janette agachándose. - Sé guardar un secreto.

El niño la miró de reojo y empezaba a sentir confianza.

-Echo de menos a mis papás... - dijo el niño como podía porque tenía la respiración agitada y la voz entrecortada por el llanto.

-¿Y dónde están? - preguntó Janette con la máxima delicadeza que podía.

-En el cielo. - dijo el niño volviendo a llorar.

-"Genial, Janette, siempre haciendo las preguntas más estúpidas posibles..." - pensó ella.

-Oye... - le decía Janette al niño. - No tienes porqué llorar. Tus papás te querían, eso seguro. Y deseaban lo mejor para ti.

El niño comenzó a levantar la vista mirándola con los ojos lagrimosos.

-Ellos me trajeron aquí. - dijo el niño.

-¿Lo ves? Ellos te querían, una prueba es el traerte aquí. - le murmuró Janette. - Aquí hay personas a qién realmente importamos. Te enseñan, te ayudan y te protegen. Y tus papás lo hicieron por eso. Ellos te querían mucho.

El niño comenzó a dejar de llorar y pasó a simplemente a tener la respiración agitada.

-¿Sabes? Yo también perdí a mis papás cuando era pequeña... - le siguió murmurando, eso tranquilizaba al niño. - Al principio lloré mucho, pero... después pensé "¿porqué llorar...? Ellos me querían, me cuidaron, y me protegieron..." Entonces decidí que no me iba a rendir... por nada del mundo, porque ellos lucharon para que yo pudiera ser feliz...

El niño no dejaba de mirarla, la voz de Janette le tranquilizaba.

-¿Como te llamas? - le preguntó Janette con una pequeña sonrisa.

-Michael. - dijo el niño limpiándose la nariz.

-Toma, Michael. - dijo Janette entregándole un pañuelo, que cogió Michael. 

Michael se limpió con el pañuelo y Janette le dijo:

-Muy bien, Michael. - le dijo con una sonrisa Janette. - Ahora esúchame, habrá momentos en la vida que echarás de menos a tus padres y llorarás, pero eso sólo será un momento. Tú serás fuerte, ¿me has escuchado?

Michael, ya calmado asintió, y Janette siguió hablando.

-Bien, aprenderás a controlar tu mutación y no dejarás que nadie te amargue la vida, ¿de acuerdo?  - dijo Janette, y Michael volvió a asentir. - Y por último, piensa que tus papás querían lo mejor para ti, ellos no quisieran que estuvieses así por ellos.

Michael tenía los ojos rojos, pero estaba bien, gracias a Janette.

-Oye, ¿y cuál es tu mutación? - le preguntó sonriente Janette.

Michael no dijo nada y levantó el brazo haciendo que se estirara y estirara.

-Soy elástico. - dijo Michael.

Una mutante nueva (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora