Una mutante nueva (Terminada)

Epílogo - Janette

Mi historia al completo, había cambiado. Aquella noche, salvé a mis padres. Me sentí feliz de verlos de nuevo y más de haberlos salvado, pero no los volví a ver más. El científico me cogió igualmente, y me sometió al doloroso experimento que me brindó de nuevo la inmortalidad y la regeneración. Desafortunadamente, vuelvo a sufrir los mismos síntomas: sin óvulos, vómitos de sangre, dolores de cabeza... Pero puedo controlarlo.Tras aquello, no dudé ni un segundo en matar a su linaje. Así me aseguré de que nunca naciera Sparks, evitando que causara el dolor que habría hecho.

Han pasado décadas,  y mis padres murieron de forma natural. Fui al entierro de ambos, y estaba feliz, ya que no murieron como deberían haberlo hecho. Ahora intento tener una vida normal. No huyo de nadie, ni nadie huye de mi. Y, después de tantos años, el año en que entré en aquella escuela, llegó. Por lo que tengo sé, la escuela existe. Eso me alegra, aunque no del todo. No sé si Logan sigue ahí, y lo dudo mucho... En todo el tiempo que ha pasado, no he dejado de pensar en él, y cada día y noche, deseaba ir a buscarlo. Se lo prometí, pero no puedo cumplir esa promesa si él ni siquiera existe, pero esperaré lo que haga falta...

Ahora me encuentro trabajando en Nueva Orleans, trabajando en un bar bastante abundante de gente. El bar dónde trabajaba Rose no existe, así que no la he encontrado aquí. No conozco a nadie, y siempre tengo la misma rutina. Aunque de aquí poco me iré hacia otro lugar. No sé a dónde, pero necesito cambiar de aires.

-Eh, chica - me llama un hombre mayor un poco ebrio -. Tráeme otra de estas, anda.

-¿Está seguro? - pregunto al ver que casi no se aguanta de pie.

-No, no le sirvas ni una más - aparece una mujer alterada, quién cogió al hombre por los brazos hasta acompañarlo hacia la puerta.

Después de esa extraña situación, miré hacia la televisión plana que había al otro lado del bar, a un canal dónde daban las noticias.

-La escuela de Nueva York Charles Xavier School, escuela para mutantes, acaba de abrir su nueva sala de actas inaugurada y llamada como nuestro presidente de los Estados Unidos.

Me sorprendo de inmediato. Miro la pantalla como si de un cuadro se tratara. Se ven imágenes en vídeo de la escuela en directo. ¡Dios!¡Tormenta está ahí!¡Y Hank!¡Y Kitty!¡Warren!¡Están todos! Espera... Todos no. Me he alegrado, pero... no está Logan. Sonrío involuntariamente, pero me apeno, claramente. Sigo mirando a la televisión y  me alegro de ver que todos están bien y que siguen igual. Desearía estar con ellos ahora mismo, aunque no me reconocieran. Bueno... ¿Y si voy? Me creerán una loca y me echarán, pero por intentarlo, no pierdo nada. ¡Decidido!

* * *

Después de hablar con la jefa, entendió que ya no quería trabajar más ahí. Ella me dijo que al menos le dejara despedirme para así darme el finiquito, pero le dije que no hacía falta. Nos despedimos, recogí mis cosas y me fui.

Ahora termino de hacer las maletas rápidamente, las cierro como puedo y salgo de la habitación de hotel para dirigirme hacia mi moto. Sí, tengo una moto. Ahorrando conseguí el dinero suficiente para comprarme una bien equipada. Me subo en ella, y me dirijo hacia mi destino: Charles Xavier School.

* * *

Después de unos días en carretera y hotel, sé que me estoy acercando. La carretera que va hacia al escuela está algo distinta, pero es reconocible. Mientras conduzco, algún que otro coche pasaba en mi misma dirección. A lo lejos, empiezo a ver la escuela, y mis nervios no tardan en aparecer. 

-Bien, tranquila, esto será pan comido - pienso para mi. 

Y he llegado. Nada más aparcar la moto frente a la escuela, veo a niños corriendo por la entrada. Creo que es tiempo de inscripciones a la escuela. Dejo las bolsas en el porta maletas, apago el motor y me bajo de la moto. A medida que voy andando, me doy cuenta que el lugar está más bonito por el ambiente. Entro a dentro y freno en seguida al ver que unos críos corrían por todos lados. Miro hacia delante y puedo ver la puerta del despacho de Charles. No puedo evitar no sonreír, y me dirijo hacia ella. La puerta está abierta, pero aún así llamo a la puerta.