29. ¿Rosado o azul?

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En cierta parte, el Baby Shower de hoy no se sentía como uno

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En cierta parte, el Baby Shower de hoy no se sentía como uno. Más bien era como una de esas nuevas fiestas que hacen para revelar el sexo del bebé, pero Patricia le había dado aquel erróneo nombre a la celebración, así que yo simplemente fluí con la idea igual que la corriente.

Me tendí sobre el sofá, descansando mi cabeza sobre un almohadón crema. Me estaba tomando un merecido descanso luego de inflar los globos. Mi garganta, no muy agradecida, comenzaba a arder.

Había tenido que atender a la decoradora, la cual resultó ser una chica de último año que tenía su propio negocio de festejos. Estuve acompañándola todo el rato, hablándole de cualquier cosa que se me ocurriera, mientras ella hacía magia con sus manos y armaba los decorados.

Paty había estado histérica desde ayer, ya que sus papás debieron llegar en el vuelo de las seis de la tarde, pero Lena tuvo una bajada de tensión y Patrick optó por llevar a la clínica. Cuando descartaron cualquier afección grave, ya habían perdido el vuelo, así que hoy cogerían el primer avión de Jacksonville hasta Seattle.

— ¿Esos son todos los globos?

Patricia bajó las escaleras aun con el pijama puesto. Su cara estaba demacrada, con el delineador y el rímel corrido del día anterior. Su cabello, seco y opaco, se asemejaba a un nido de pájaros. Pero mi atención se posó sobre todo en su barriga, la cual sobresalía excesivamente de su camisa de dormir. Ya tenía los siete meses, era imposible ocultar aquella descomunal curvatura.

—Me falta inflar los de color rosado —informé—. La decoradora trajo algunos, pero solo para adornar la mesa de dulces. Quería pegar estos por toda la pared del garaje y así trazar un camino hasta el patio. ¿Qué te parece?

—Bien. Como tú quieras, hija.

Reprimió un bostezo y se dio la vuelta en dirección a la cocina.

¿Acaso acababa de despertar? Ya eran las once de la mañana. Ella siempre se levantaba con el sol.

— ¿Todo bien? —le pregunté. Se veía de la mierda, pero no tendría tan poco tacto para decírselo de una manera tan directa—. Pareciera que casi no dormiste.

—Cogí el sueño a las tres de la madrugada, pero igual me despertaba cada cierto tiempo. No fue una buena noche.

— ¿Es por los abuelos?

Patricia podía lidiar con que siempre la hubiera llamado por su nombre; jamás había querido obligarme a nada, sabía que dos niños huérfanos podían venir con cualquier tipo de desórdenes emocionales como los míos. Pero me había pedido que cuando me refiriera a Lena y Patrick —al menos frente a ellos— les llamara abuelos.

—Sí... estoy algo nerviosa —admitió, dirigiéndose al lavaplatos para enjuagar sus manos.

— ¿Cómo se tomaron la noticia de la condición del bebé? Jamás te lo pregunté.

Según Blaze ©Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon