25. Salidas y distracciones

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Habían pasado tres días, y no podía evitar pensar que mi mejor amiga y mi hermano me estaban evitando deliberadamente

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Habían pasado tres días, y no podía evitar pensar que mi mejor amiga y mi hermano me estaban evitando deliberadamente.

Claro, sabía que esto no se trataba de mí, sino sobre ellos, pero era en parte desesperante encontrarme del otro lado de la situación, donde ahora las personas más cercanas a mí habían tomado actitudes frías por sus propios problemas internos.

Solo me quedaba tener paciencia y darles su espacio, como ambos habían hecho conmigo en innumerables ocasiones. Ellos, naturalmente, poseían una paciencia mayor a la mía, la cual parecía tener un tamaño de un grano de arroz.

No dejaba de pensar en que mi parte racional estaba llegando a su límite. Ahora apreciaba todo de una perspectiva distinta, y de verdad los admiraba por haber soportado mi personalidad todos estos años.

Chase casi parecía un robot, encargándose todas las mañanas de subirle a la radio hasta que la estruendosa música estuviera a nada de explotarme los tímpanos; una clara invitación a permanecer en silencio por el resto del camino. Melanie, por otro lado, parecía una bonita muñeca que se había quedado sin baterías, pero seguía mostrando aquella sonrisa forzada por todo el día. 

Pensaba que ellos tenían que resolver esta situación rápido, o yo sería capaz de cometer alguna estupidez que se supone no debía hacer.

Apenas estaba probando un poco de mi propia medicina y ya me sentía al borde del colapso.

— ¿Estás ocupada?

Una voz ligeramente gruesa me sacó de mi ensoñación, la cual se encontraba perdida en las páginas blancas sin lograr memorizar lo que estaba leyendo. Había retomado la lectura del segundo libro de Narnia, ayudaba a que mi mente no solo divagara por la nebulosa. 

—Ya no —le indiqué a Chase. 

Él se quedó dubitativo en el umbral, con las manos en los bolsillos, pero finalmente se abrió paso en la habitación arrastrando consigo un olor a perfume.

—Vengo de verme con Melanie.

— ¿Cómo te fue?

Él no parecía mostrar demasiado; su posición era demasiado relajada, como si hubiera mitigado su preocupación solo para hablar conmigo.

—No muy bien —suspiró, dejándose caer en el colchón de brazos abiertos—. Me dijo que quería estar sola un tiempo. Ya no está molesta, o eso dice ella, pero cree que le hará bien un tiempo para sí misma.

Lo de pedir un tiempo siempre me había parecido una excusa para acabar una relación de una manera más suave, o en su defecto, como me había enseñado Friends, ir a acostarte con alguien más. 

A pesar de mis propias teorías, estaba segura que Melanie hablaba en serio con lo de buscar un tiempo para sí. Ella no tenía el más mínimo interés de ver a alguien más. 

Según Blaze ©Where stories live. Discover now