4. Posible mala idea

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Luego que estuve lista, salimos en dirección al patio, con el corazón desbocado en mi pecho mientras daba pasos no muy decididos

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Luego que estuve lista, salimos en dirección al patio, con el corazón desbocado en mi pecho mientras daba pasos no muy decididos. 

El sendero de cemento que seguía al garaje se abría en un gran espacio rectangular, iluminado por las luces violetas y azules procedentes de la zona parrillera, la cual estaba techada al estilo de un bohío. Había una parrilla portátil que Marcus raras veces se atrevía a usar; no era un gran cocinero, por lo que más de una vez Chase había tomado las riendas de la situación. Un estante de cristal se erguía imponente, conteniendo colecciones viejas de vino catalogadas por año. La barra de madera pulida se curveaba en forma de L, acompañada de unos bancos de metal giratorios forrados en cuero negro. 

Patricia y Marcus me saludaron desde aquella zona, mientras intercambiaban palabras con uno de nuestros amigos, Henry Liang. El chico me dedicó una sonrisa cordial para luego volverse en dirección a mis papás adoptivos. 

Desvié mi vista al centro del patio, cubierto por un círculo de terracota, donde una mesa rectangular se rodeaba por sillas de madera clara; había botellas de licor, vasos y chucherías desperdigadas en ella. Todo el grupo se encontraba sentado, sirviéndose algunos tragos y manteniendo una grata conversación por encima de la música. 

La grama, ligeramente mojada por la llovizna de media tarde, estaba cortada a la perfección, alternándose con algunos espacios cubiertos por grava, donde los jarrones de color dorado servían de apoyo para las palmeras de bambú a forma de ornamento. 

La noche a nuestro alrededor era fría y callada, como si fuera consciente de mi propia actitud y decidiera imitarme. 

—Tarde como siempre, ya pensábamos que íbamos a tener que cantar cumpleaños sin ti —reprochó Tobias, dando un largo trago a su cerveza. 

Tobias Miller era el mejor amigo de Chase desde primaria. A veces se parecían un poco en actitud, ambos tan temperamentales y tercos con ese porte de lindos idiotas deportistas. Aunque mi hermano era mucho más lindo, Tobias estaba bien a su modo.

—Créeme que ni yo misma quería venir. —Y aunque no era una broma, todos rieron.

El grupo comenzó a hablar animadamente, poniéndose al día de lo que habían hecho en las últimas semanas. Solíamos vernos con frecuencia, pero estas vacaciones todos habían tomado rumbos diferentes a través del país y fuera de él. Para mi mala suerte, el máximo viaje que había hecho era hasta el centro de la ciudad.

—Tienes que hacerlo, ya son casi las ocho. —Melanie se escabulló a mi lado para susurrar entre dientes.

—No quiero que Chase haga una escena dramática frente a todos. —Desvié la mirada para que no se notara que hablábamos entre nosotras.

Nuestro intento por ser disimuladas no sirvió de nada.

—Es de mal gusto chismosear estando en un grupo. Si tienen algo que compartir con todos, las escuchamos —dijo Mason Cameron, al tiempo que sacaba una caja de Marlboros de su bolsillo.

Según Blaze ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora