12. Una frase en francés

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Hace una semana que mis amigos sabían del embarazo de Patricia, y de igual manera me miraban con extrema cautela cuando permanecía mucho rato en silencio, como si pudiera explotar en cualquier momento hasta reducir todo a cenizas

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Hace una semana que mis amigos sabían del embarazo de Patricia, y de igual manera me miraban con extrema cautela cuando permanecía mucho rato en silencio, como si pudiera explotar en cualquier momento hasta reducir todo a cenizas. 

—Fue a la primera consulta hace unos días para unos exámenes prenatales y descartar que fuera un embarazo ectópico. Ahora irá cuando cumpla doce semanas. Al parecer es una ecografía muy importante —le estaba diciendo a Jonah y Melanie. Nos encontrábamos tumbados en las gradas de la cancha de fútbol, absorbiendo los rayos solares que ese día nos regalaba. 

Los días por la casa habían estado tensos. Patricia parecía mirarme de reojo con desaprobación durante cada comida, e incluso Marcus no me había dicho una frase diferente a los buenos días.  Chase era el mediador en todo el asunto; entendía mi posición a pesar de no compartirla.

—Los niños me gustan, pero de lejos —dijo Jonah, acomodándose de un lado a otro. Tenía mi cabeza recostada en su regazo, mientras que Melanie descansaba en la escalera cuesta abajo—. Son mucho más lindos cuando no son tuyos.

—Literalmente vives con una niña en tu casa. 

—Por eso sé bastante bien lo mucho que lloran y lo mal que huelen. Son lindos para jugar cuando aún son bebés, pero luego que cumplen los cuatro se vuelven insoportables.

Me estremecí inconscientemente. Esta conversación no me estaba ayudando en nada.

—Mejor cállate, Jonah. Puedo ver en la cara de Blaze que la estás asustando, y no la queremos más estresada, podría darle un infarto —comentó Melanie, rodando sobre sí misma para quedar en posición prona. 

Jonah no paraba de mover la pierna como si tuviera un tic nervioso. Desde mi posición, sus ojos quedaban ocultos por los mechones de cabello negro. Lo único que apreciaba con claridad, era su respingada nariz. 

— ¡Quédate tranquilo! —exclamé, dándole un golpe en la pierna.

—Lo siento, es la abstinencia, me pone muy inquieto. Quiero fumar un maldito cigarro y no puedo. Si quiero rendir mejor en el equipo debo mejorar mi condición física, y eso significa que debo mantenerme al margen con mis malos hábitos.

— ¿Te refieres al cigarro, las drogas y el alcohol? —preguntó Mel con fingida inocencia—. Mejor que lo dejes, eso es un vicio horrible.

El pelinegro lanzó un bufido bastante propio de él. 

—Un vicio horrible sería ir por ahí ofreciendo droga a los niños o matar perritos. Solo estoy fumándome un triste cigarro que no le hace mal a nadie, solo a mí, así que lo considero un vicio pasable.

Aquello me sacó una estrepitosa risa. Melanie lanzó semillas de naranja en dirección a nosotros, las cuales quedaron atrapadas en mi cabello. Jonah comenzó a quitarlas una a una, riendo de igual manera. 

Según Blaze ©Where stories live. Discover now