16. La crudeza del destino

1.3K 171 107
                                    

Ese lunes, todo mi grupo de amigos comenzó a lanzar comentarios molestos sobre Nathan y yo, jodiéndome la paciencia en más de una oportunidad

اوووه! هذه الصورة لا تتبع إرشادات المحتوى الخاصة بنا. لمتابعة النشر، يرجى إزالتها أو تحميل صورة أخرى.

Ese lunes, todo mi grupo de amigos comenzó a lanzar comentarios molestos sobre Nathan y yo, jodiéndome la paciencia en más de una oportunidad.

Al parecer, mi hermano se había encargado de regar algunos comentarios, avivando la llama de enfado que permanecía siempre alerta dentro de mí. Nathan solo se reía ante dichos comentarios, a diferencia de mí, que no paraba de insultar y ofrecer tortuosas acciones.

Hasta ahora, no me había tomado la mano o hecho algún movimiento que diera algún indicio romántico, solo se mantuvo a mi lado durante el almuerzo, mientras Mason relataba la historia de cómo una chica nos había vomitado el patio.

— ¿Sí? —dije, cogiendo el teléfono en lo que comenzó a sonar.

—Blaze —respondió Paty con voz nerviosa—. ¿Te estoy interrumpiendo alguna clase?

—No, estoy almorzando. ¿Pasa algo?

—Bien, bien —repitió, dejando escapar el aire—. A Marcus le salió un imprevisto para esta tarde y no me podrá acompañar a consulta. Estaba pensando en que tú podrías ir conmigo. Te pasaré buscando en lo que salgas.

Tragué saliva al imaginar ver sus partes íntimas muy de cerca. Desde que arreglamos las cosas todo marchaba bien, pero aún seguía un poco delicada con aquel tema, evitando hablar demás sobre el bebé.

— ¿Yo? ¿Estás segura? No sé...

—Tu hermano tiene práctica hoy y los lunes son tus días libres del ballet —dijo con un deje suplicante—. Eres la única que puede acompañarme.

No entendía porque no quería ir sola, pero decidí no preguntar.

—Claro, iré contigo.

—Gracias, hija. Nos vemos en un rato.

Colgué el teléfono y me quedé mirando mi fondo de pantalla, donde un atardecer se hacía presente en alguna ciudad lejana. Nathan me dio un empujón con su hombro para atraer mi atención.

— ¿Qué quería tu mamá? Tienes puesta esa cara que no me gusta.

— ¿Qué tiene mi cara que no te gusta?

—Claro que me gusta tu cara, es muy bonita —respondió, rodando los ojos. Fue imposible no reír con ternura—. Digo que haces esa expresión cuando algo te preocupa y tu linda cabecita está sobrepensando como una máquina.

Estiró su mano hasta la mía para entrelazarlas bajo la mesa, descansando nuestro mutuo apoyo sobre mi rodilla.

—Patricia quiere que la acompañe hoy al médico. Una tarde de diversión asegurada —respondí, irónica.

Él arrugó la nariz en señal de disgusto.

—No me gustan los hospitales, huelen a cloro y putrefacción. Por más que intenten llenarlo de ambientador, puedes sentir la pesadez en el ambiente.

Según Blaze ©حيث تعيش القصص. اكتشف الآن