Musa oculta | AsaNoya

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A pesar de haber pasado meses, Nishinoya continuaba yendo por él para llevarlo a la práctica vespertina. A esas alturas, Asahi estaba convencido de que solo se le volvió un hábito o una excusa para pasar unos minutos extra a su lado, ya que debía estar más que claro que sus intenciones de abandonar el club habían desaparecido hacía mucho. Incluso sus compañeros lo ubicaban, por lo que no lo detenían. Así fue como logró pararse tras él sin que se diera cuenta antes de que fuera demasiado tarde.

—¿Qué estás dibujando?

¡¡Ah!! —Simultáneo al grito, su primer impulso fue el de cerrar la libreta. Ah, ahora sí que estaban viéndolo todos—. ¡¿Cuándo llegaste?! —Esta vez, controló el volumen.

—¡Justo ahora! —contestó, risueño, como si no hubiese acabado de casi sacarle el alma del cuerpo. No, de seguro estaba así justamente por eso—. No alcancé a verlo bien, ¿pero me pareció ver a alguien de espalda?

—Ah... —¿Cómo lo explicaba ahora?

—¿Por qué lo escondes? Parecía genial. Quiero verlo.

—¿Parecía genial?

—¡Sí! —Dio un paso para quedar a su costado—. No sabía que fueras bueno dibujando.

—Solo me sale la ropa, en realidad. —Soltó una risilla nerviosa.

—¡Entonces es ropa genial! Creo que tienes varios ahí, ¡así que enséñame todos! —insistió—. Aunque ya falta poco para la práctica. ¡Que sea después! ¡Muéstrame tus dibujos al salir de la práctica!

—Bueno... —Suspiró. Con suerte, esperaba que se le olvidara todo el asunto para ese entonces. Había unas cuantas cosas ahí que no deseaba que Nishinoya, muy en específico, las viera.

Sí, para ese entonces ya estaban saliendo, pero eso más bien le aumentaba el temor a que le desagradase lo que hacía, sobre todo porque él era un punto de referencia más o menos recurrente. Cada vez que se sentía con ganas de imponerse un desafío, se basaba en el dinamismo de Nishinoya para dar con prendas con un buen movimiento y poses enérgicas. También pensaba en formas de lucir sus amadas camisetas con frases de cuatro caracteres. Eso era justamente lo que hacía al ser atrapado.

Fue un error seguir trayendo la libreta a la preparatoria, lo mejor era que nunca saliera de su habitación. De paso, se había confiado tanto que rompió su regla de solo dibujar lo que él se pondría si estaba en público y tuvo que cacharlo la persona de la que se estaba inspirando, que era nada más y nada menos que su novio. Ugh. Puso toda su esperanza en que esa noche regresase a casa sin haber tenido que exhibir sus diseños.

No sirvió, o puede que solo no haya sido suficiente. Finalizada la práctica, Nishinoya aún recordaba su pedido, por lo que lo llevó a su casa al ser la más cercana a Karasuno. No hubo escapatoria. Solo le quedaba cruzar los dedos para que su costumbre de solo trazar la silueta del cuerpo lo salvase de que reconociera a sus musas.

—Hey, ¿esta no es una de mis camisetas?

Ese fue el momento en el que Nishinoya lo noqueó con solo señalar un boceto.

De acuerdo, no, no lo tiró al suelo ni mucho menos lo dejó inconsciente, mas sí lo congeló por varios segundos en los que fue sintiendo cómo se intensificaba el calor en su rostro.

—¿Debo tomar eso como un sí? —Inclinó la cabeza a un lado.

—¡Lo siento! —Asahi agachó la suya.

—¿Eh? ¿Por qué?

—¿Por qué? —repitió en voz baja. A la vez, arqueó una ceja al levantar la mirada—. ¿No estás molesto?

—¿Por qué lo estaría? —Imitó su expresión.

—Tomé tu estilo y lo cambié...

—¡A algo genial! No se me había ocurrido que combinarla así se vería aún mejor.

—¿Sí se ve mejor?

—¡Mucho mejor! —Sonrió y se puso de pie—. ¿Creías que me molestaría por mejorar mi estilo? —Asahi asintió con la cabeza—. ¡No hay forma de que me enoje si me termina gustando! Sería muy distinto si quisieras cambiar mi cabello, claro. No incluye cambios al cabello, ¿no? —Entrecerró los ojos.

—Solo pienso en el peinado si es para alguna ocasión en especial o si se me ocurre un accesorio para el cabello que lo complemente. Esto es ropa casual sin gorras o algo por el estilo, así que no.

—¡Entonces, todo bien! —Su expresión relajada volvió. Se dirigió a su armario justo después—. No es como si me estuvieras diciendo que me visto mal o que mi ropa es fea, solo sugieres nuevas formas de usarla. Pudiste decirme antes para hacer esto. —Extrajo la camiseta que estaba en el boceto.

—¿Hacer qué?

—¡Probaré ahora mismo cada combinación que pueda imitar con mi ropa! —Le pasó la prenda para seguir buscando con mayor facilidad. Asahi quedó un poco boquiabierto—. Así veremos si en la realidad también luce genial.

—¿Quieres que te muestre todos los que están basados en ti para probarlos ahora? —Una sonrisa se asomaba en sus labios.

—¡Y lo que me guste que pueda imitar del resto también! Modelaré y todo si quieres.

—Con que des una vuelta bastará. —Soltó una risilla.

Aun con esa aclaratoria, el cuarto de Nishinoya se convirtió en una pequeña pasarela hasta que cayó cansado en la cama de tantos cambios de ropa. No fueron réplicas del todo exactas de sus diseños, sin embargo, el simple hecho de ver una aproximación de sus ideas en físico fue emocionante, solo por decir lo mínimo. Tenía la aprobación de su persona más especial para hacer lo que apenas se estaba percatando de que era lo suyo.

Prometieron continuar con esto cada vez que crease nuevo material inspirado en él. Le parece increíble que siga en pie, sin ruptura alguna, luego de tantos años, y aun si ahora es profesional. Es más complicado, claro, porque se ven cada tantos meses, pero si su relación ha sobrevivido a eso, por supuesto que su pequeña costumbre también lo haría. Sin importar cuántos modelos conozca, Nishinoya —Yuu, ahora ambos se llaman por sus nombres— sigue siendo su musa favorita, incluso si es indirectamente. Pensar esto lo pone nostálgico sin la connotación tristona de la palabra. Su próxima colección estará basada en sus viajes junto a él, y será la primera pasarela en tierras extranjeras en la que participará.

¡Uno más!Where stories live. Discover now