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—Levántate — gruñó, agarrando con fuerza al omega, sentandolo con rapidez en la cama

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—Levántate — gruñó, agarrando con fuerza al omega, sentandolo con rapidez en la cama.

Louis despertó aturdido ante el fuerte movimiento, cada parte de su cuerpo dolía, estaba drogado hasta los huesos y el recuerdo de la noche anterior lo golpeaba con rudeza.

Había tenido una larga sesión de sexo con un tipo del que no recordaba ni su rostro, habia consumido tanta droga para mantenerse despierto, que sentía que su corazón estaba por saltar de su pecho y su cabeza explotaría.

— Date una ducha y arreglate, que llegaron por ti.— una maliciosa sonrisa apareció en el rostro de su padre, y un brillo inexplicable adornó su mirada aquella mañana.

El más pequeño se dirigió al baño, y respiró profundamente en un falso intento de ignorar el fuerte dolor, y la bilis subiendo por su garganta.
Caminó lo más rápido que sus temblorosas piernas le permitían, se despejó de su ropa y miró el reflejo de su cuerpo desnudo en el espejo.

Sus manos se deslizaban por su cuerpo, apretando sus caderas y recorriendo sus brazos, observando aquellos lunares que decoraban pequeños rincones de su cuerpo.
Con la yema de sus dedos recorrió su torso desnudo, sus ojos empañados, sus uñas clavadas en sus muslos y su odio creciente hicieron trizas a aquel viejo espejo que ahora yacía sobre el piso del baño.

Quería arrancar la piel de su cuerpo, y borrar el toque de las manos que recorrieron su desnudes sin su permiso.

Entró a la ducha, tiritando ante la helada agua que recorría su cuerpo, se permitió llorar cuanto necesitaba mientras que las saladas lágrimas se ocultaban bajo las gotas de agua que caía sobre su rostro.

— ¡Es solo un niño!.— gritó Jesse a su marido—, ¡TODA SU MALDITA VIDA LA VOLVISTE UN INFIERNO! — golpeó sin fuerza el pecho de este — ¡Maldigo el puto día en el que me casé contigo y dejé que marcaras mi cuello Ethan Tomlinson! —soltó entre dientes.

— Ya es muy tarde para arrepentimientos Jesse, lamentablemente pasarás toda tu puta vida a mi lado ¡Quieras o no! — la abofeteó, para luego empujarla, haciéndola caer al piso— Lamento que tú jodido hijo arruinara nuestra terrible vida.

El chico ya había sido comprado, los fajos de billetes se encontraban adecuadamente ordenados en su bóveda, y aquella millonaria oferta de trabajo entre ambas empresas ya había sido firmado.

El alfa subió a la habitación, encontrando al omega vestido sobre su cama, junto a las maletas que las empleadas habían preparado para este.

— Muevete — ordenó.

Louis tomó las pequeñas maletas, y con un pesado suspiro, salió de su habitación con el rostro en alto.

Bajó las escaleras con pasos seguros, una mirada seria adornaba su angelical rostro.

— Perdóname —le susurró su madre, atrapandolo en sus brazos.

—Tu no tienes la culpa -respondió seco, sin devolverle el abrazo — Espero algún día puedas escapar, mamá.

Dos fornidos hombres, vestidos con un reluciente traje negro, se encontraban en la puerta de la mansión sin expresión alguna en sus rostros.

— Llévenselo y procuren que no regrese.—sonrió, empujando al omega, este cayendo fuertemente sobre la entrada.

Sus piernas temblaban, no tenía la suficiente fuerza para pararse sobre ellas, pero sin importarle aquello, se levantó con las pocas fuerzas que le quedaban, limpiando con delicadeza sus rodillas.

Uno de los hombres se acercó a él, agarrandolo del brazo.

— Puedo moverme solo —se alejó del agarre con asco, caminando mientras contorneaba sus caderas.

Abrió la puerta del auto, dándose media vuelta antes de entrar, mirando fijamente a su padre.

— Ojalá y te pudras en el infierno, hijo de puta —le levantó el dedo medio y le mandó un beso, para luego entrar al auto, donde ambos alfas se encontraban.

Minutos después de haber empezado el viaje, los alfas empezaron a hablabar entre sí en un idioma que Louis no lograba descifrar.
Estaba perdido en ocultar los hipidos y sollozos que amenazaban salir de sus labios.
Louis optó solo en encogerse en su lugar, viendo de reojo a los imponentes alfas que se encontraban frente a él.

El auto estaba siendo inundado por el leve olor de miedo que brotaba del cuerpo de Louis , los alfa se encontraban arrugando levemente sus narices e intentando calmar aquel asqueroso instinto de protección, que su naturaleza misma les había implantado.

El chico intentaba calmar los sollozos y temblores que salían de su cuerpo, aunque todos sus intentos fueron en vano.
Tenía miedo, sabía que lo tocarían, que usarían su cuerpo para lo único que sirvia, sexo.

Su cabeza dolía, su cuerpo se sentía sucio, y sus ojos pesaban ante la evidente falta de sueño.
Quizás, solo quizás, si cerraba un poquito sus ojitos, podría descansar un minutito sin caer completamente dormido.

El leve sol que se colaba por la ventana, golpeaba el dulce rostro del omega, aquella hermosa nariz abotonada, y sus rosados labios, levemente abiertos, sacan a resaltar sus adorables facciones.
El jefe de los dos alfas,si que se había sacado la lotería con aquel chico, el cual permanecía dormido, pero alerta a cualquier movimiento o sonido extraño.

- Sembra che sia morto [ Parece estar muerto]- espetó el alfa que se encontraba manejando, mirando levemente por el espejo al omega que yacía descansando en el asiento.

— Zitto, dannazione se gli succede, qualcosa il capo è capace di ucciderci [Cállate, carajo si le pasa algo, el jefe es capaz de matarnos]

Louis escuchaba la conversación sin entender, el auto se movía, la bilis nuevamente subía por su garganta, haciendo que esta arda como el infierno. Debía calmarse y no vomitar en el auto de los alfas.

Se encontraba mirando por el rabillo de su ojo la ventana, intentando no abrir sus ojos por completo.
Se conducían a un lugar desconocido para el, las calles que recorrían estaban llenas de autos y personas. Estaba pensando seriamente si gritar por ayuda, aunque corría el riesgo de que lo maten o que intenten dormirlo, prefería estar muerto a vivir en aquel infierno hasta encontrar la muerte lentamente.

Sin notarlo, cayó dormido, siendo despertado por el sonido de aviones, maletas chocando con el pavimento y calurosas bienvenidas, estaban en el aeropuerto. Cada vez las cosas se ponían peor, su respiración se volvía cada vez mas rápida y los nervios lo invadían, el amargo olor a nervios y terror que desprendía el omega invadió por segunda vez el auto.

El auto se detuvo lentamente en una puerta, algo alejada de la principal.

— Sal del auto, ahora —el alfa que se encontraba junto al omega, tomó a este, bruscamente del brazo.

Louis intentó zafarse del agarre removiendo su brazo, haciendo que el más alto lo sujete con mucha más fuerza.
El pequeño gimió de dolor, estaba desesperado por salir corriendo del aeropuerto o que alguien intente ayudarlo.
Las personas que se encontraban a su alrededor lo miraban con pena y algunos simplemente lo ignoraban como si este fuera invisible. Por más que gritara, o golpeara torpemente a los dos hombres de lo intentaban calmar para que deje de hacer un escandalo. Nadie movía un puto pelo, nadie se acercaba a ver que pasaba, algunas personas llegaron a pensar que estaba loco. ¿Quién creería que lo estaban llevando lejos y que quizás termine muerto y enterrado mil metros bajo tierra en un par de semanas? o, que quizás termine embarazado y pariendo como un animal. Lo llevaría lejos para ser una puta, un maldito muñeco, con el cual jugarían hasta aburrirse para venderlo nuevamente.

Solo le quedaba al dulce chico aceptar su destino. Este dejo de gritar y golpear a los alfas, permitiéndose llorar con fuerza.
Aquellos hombres lo arrastraron dentro del lugar. Aquí era donde empezaba su jodida tortura.

Besitos mafiosos muaa
Ashy


Fratellanza (L.S) FINALIZADAWhere stories live. Discover now