V. Tragoúdi tis thálassas

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Capítulo Cinco
Canto del mar
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larga cabellera castaña danzaba de lado a lado a causa de la brisa marina, mientras que sus pies desnudos tocaban la suave arena humedad de la orilla de la playa de la Push

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larga cabellera castaña danzaba de lado a lado a causa de la brisa marina, mientras que sus pies desnudos tocaban la suave arena humedad de la orilla de la playa de la Push.

Un pequeño oleaje no se hizo esperar, arropadole hasta los tobillos, dejando consigo, una sensación agradable en su pecho.

Sus hermosos ojos zafiros se perdían en el infinito horizonte, anhelando con cada fibra de su ser, descubrir su razón de existencia en aquel mundo. Mientras que a su espalda las risas y los juegos de los chicos de la manada sonaban tan lejanos, aunque solo estuvieran a unos cuantos metros alejados.

La batalla contra Victoria  tomaría lugar en un día, ellos estaban tan nerviosos y angustiados que AquaMarine propuso ir esa mañana a divertirse un rato, para dejar de lado el delicado asunto y que pudieran estar tranquilos.

Por un momento, Aqua cerró sus párpados, debido a la aparición repentina de unas tenues imágenes en su cabeza, al principio abstractas, tal cual, como un disco cuando estaba teniendo fallos.

No obstante, una imagen si fue clara.

Una mujer de cabello castaño, de ojos como el mismísimo mar, observaba el vasto océano, mientras que su largo vestido blanco era sacudido ligeramente por la brisa.

Aquella misteriosa doncella, estaba tarareando una melodía.

Una que por alguna particular razón, Aqua se la sabía.

Sus labios se abrieron de manera inconsciente, dejando salir desde lo más profundo de su garganta aquello que jamás pensó poder hacer.

Cruel y  frío eres como el mar, ¿Cuándo a mi tú regresaras?, ¡Oh! ¡Amado, oye mi cantar! mi amor no morirá—el ligero temblor en sus cuerdas vocales, era tan agradable.

La hija del mar se dejo llevar por esa nueva sensación que le transmite aquella melodía al ser entonada.

Jurare en el nombre del mar, mi corazón tuyo será, por diez años yo he de esperar, para contigo estar—cantó, con tal, pasión y nostalgia retenida.

Que no se percató la aparición de unas traicioneras lágrimas que se deslizaban por sus rosadas mejillas, con cada una de las palabras que denotan sus cuerdas vocales, relatando aquel triste juramento.

Ven mi amor y únete a mí, deseo ser eterna junto a ti, llévalos al fondo del mar y mías sus almas seránAquaMarine, subió lentamente sus manos a la altura de su pecho, apoyando ambas palmas en esa zona, sintiendo su desenfrenado corazón.

Toca aquella bella canción, trae contigo la destrucción, ven a mí y tuya, seré por siempre te amare— La castaña concluyó la canción.

𝐃𝐚𝐮𝐠𝐡𝐭𝐞𝐫 𝐨𝐟 𝐭𝐡𝐞 𝐬𝐞𝐚 ― 𝓙𝓪𝓬𝓸𝓫 𝓑𝓵𝓪𝓬𝓴Where stories live. Discover now