El principe de Asgard

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Una carreta nada vistosa, sin emblemas y de color café; avanza sin prisa por un camino solitario, en su interior un jovencito que ni siquiera ha alcanzado los quince años observa el paisaje que le ofrece el exterior, su vista se fija en los árboles viéndolos ir uno detrás de otro como si marcharan.

Suspira aburrido, sabe a dónde se dirige aquella carreta y no siente emoción alguna.

Intento negarse a aquella absurda idea, pero fue en vano, pensó que en su lugar debería estar en el reino de Muspelheim presentando su prueba para pasar de paje a escudero, en lugar de ello iba en camino a conocer a un chiquillo del que desconocía su existencia. Negó con la cabeza y sus pensamientos volaron a la noche que se le comunicó del viaje.

—¿Por qué tengo que hacerlo? ¿Sabes que estoy por pasar de ser un paje a convertirme en escudero? ¡No puedo simplemente no presentarme!

Exclamó el rubio sintiéndose horrorizado.

—¡Te lo estoy pidiendo! Lo de tu prueba ya está arreglado, así que solo debes presentarte ante el príncipe Loki, conocerlo, pasar un buen rato y regresar.

—¡No puedo hacer eso! ¡Me niego!

Negó con la cabeza al tiempo que cruzaba los brazos pegándolos a su pecho.

—¿Este es el amor y respeto que me tienes?

Murmuró el mayor observando al ojiazul que lo veía azorado, intento abrir la boca para protestar, pero el movimiento se asemeja más al de un pez fuera del agua.

—Si esto es el amor que dices tenerme... lo entenderé.

De alguna manera el chico sintió como si lo golpearan en el estómago, vio la decepción en el mayor y aquel tono de voz tan lleno de desilusión lo hicieron sentir mal.

—No, no digas eso...¡Yo te admiro! Mi lealtad y amor son para ti... Si te hace feliz que vaya a ver a ese tonto príncipe ¡Lo haré!...

En su inocencia se apresura a abrazar, al contrario, sintió como aquel le devolvía el abrazo, pero no pude evitar que en algún rincón de su conciencia algo le gritara que acababa de ser chantajeado para hacer algo que no deseaba.

—Me honra tu decisión y agradezco tu respuesta.

Suspira una vez más observando aquel paisaje que parecía se prolongará el resto del viaje.

«Esto no está bien...Haré lo posible para que ese príncipe no desee este compromiso.» pensó decidido, sin darse cuenta sus labios se curvan en una bonita sonrisa.

—Debe emocionarlo conocer a ese niño, príncipe.

Opinó el castaño frente a él.

El rubio se sobresalta al escuchar la voz de su guardia.

—¡Ah! ¡Claro que no!

Protesto el chico, se olvidó por completo que no estaba solo en ese viaje, no del todo.

Lo cierto era que esta reunión entre príncipes era un secreto bien cuidado, los reyes mantuvieron correspondencia decidiendo la forma correcta para que los príncipes pudieran conocerse, sin duda debía ser un encuentro secreto por la seguridad del príncipe Loki.

Tras muchas cartas llegaron al acuerdo de que los príncipes debían viajar de manera discreta, en carretas que no revelaran sus estatus reales, estos debían viajar únicamente con un guardia real, estaba de más indicar que debería ser el mejor para proteger a los niños en caso de que algo saliera mal.

El lugar acordado era una cabaña en el Oasis de Nerkoth, rodeado de bosque, una pequeña laguna y bonitos animales silvestres. Además de que se encontraba a seis horas de Jotunheim, fue lo más que permitió el rey Laufey que su hijo estuviera alejado de su hogar. Se dijo que ya estaba rompiendo una norma de seguridad al mostrar el rostro del niño antes de la edad adecuada.

El príncipe prometidoWhere stories live. Discover now