Los príncipes a veces son niños

2.1K 237 61
                                    

«Tonto, es solo un tonto ¿cómo puede decir que soy egoísta solo porque quiero ver a mi papi?» pensaba ofuscado el pequeño adentrándose al bosque que se hallaba cubierto por un bonito manto blanco. «No pienso volver, espero que se preocupe mucho cuando no me vea ¡Asi aprenderá!» asiente el menor imaginando a un afligido Fandral.

Lo único que el pequeño deseaba de momento era darle un buen susto a su amigo, no era como si no fuera a regresar jamás a su casa, lo que él más anhelaba era estar junto a su amado padre, pero, era consciente de que este seguía inmerso en sus obligaciones y no lo vería en varios días más.

«Fandral no dirá nada, estoy seguro que no angustiara a mi papi... así que esta será mi venganza por decir cosas tan desagradables»

El menor continúa adentrándose en aquel camino arbolado, era la primera vez que iba solo, siendo honestos no solía visitar ese lugar con su padre, al menos no por ese camino. Incluso, hubiera sido perfecto que Loki prestara atención a la senda que tomaba en lugar de ir ensimismado.

De haberlo hecho se hubiera percatado de aquel letrero que indicaba peligro.

***

Los jóvenes príncipes disfrutaban de estar por fin en libertad, al menos una momentánea donde no estuvieran bajo la supervisión de sus padres, ante aquellos debían mostrarse elegantes, educados y con sobriedad digna de un príncipe, no como los niños traviesos y alegres que en verdad eran.

— ¿Cómo crees que sea ese príncipe?— pregunta un castaño mientras come con avidez unas jugosas uvas verdes.

— Mhmmmm... ¿mimado? ¿poco agraciado? Probablemente sea alguien deforme— contesta un pelinegro sin despegar la vista de un grueso libro que le mantiene absorto.— digo ¿que rey mantiene en secreto a su hijo?

—Pues obviamente este rey. — responde encogiéndose de hombros el primero.

—Además he escuchado que aún es un crío, honestamente no quiero verme comprometido con un niño que posiblemente sea feo y sin chiste. — continuó manteniendo un tono de voz monótono.

— Definitivamente haces honor a tu nombre... eres alguien muy extraño. — respondió dejando una uva a medio camino.

— ¡Yo le apoyo! ¿quién quiere casarse con un príncipe cuyo rostro nadie conoce? — tercio un jovencito que animado blandía una espada de madera soltando golpes al aire, como si llevara a cabo una pelea con un enemigo invisible.

—¿Ves? Él lo entiende, además del hecho de que es un chico, eso ya resulta perturbador. — responde despegando la mirada de aquellas hojas por una fracción de segundos.

— ¿Perturbador? ¿no es mejor si nuestra pareja es un chico?— pregunta el castaño que degustaba las uvas.— A mi me parece que es genial, tener un compañero de juegos, mucho mejor que niñas molestas.

El rubio y el moreno se observan entre sí mientras un mismo pensamiento cruza sus mentes «Aun es muy pequeño para entender».

Lo cierto era que el príncipe de Midgar no era más que un niño de 8 años, los rumores solían decir que el joven monarca poseía una mente dotada, a tan corta edad solía idear herramientas o armas irreales, aunque siendo hijo de un hombre que revolucionó lo que llamaban ciencia y tecnología en aquel reino no les extrañaba.

Midgar era un reino bastante peculiar, en el se mezclaba el pasado y el futuro, todo en aquel lugar funcionaba gracias a las máquinas de vapor, lo que se decía era la principal fuente de poder. Resultaba increíble ver carretas que se movían sin ser tiradas por caballos; incluso sus habitantes resultaban bizarros, vistiendo corsé, encaje, tocados, chalecos, pantalones bombachos y en ocasiones llevando en su persona lentes, sombreros,binoculares y zapatos que adoptan formas únicas.

El príncipe prometidoWhere stories live. Discover now