15. Una nueva amiga

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Le pareció que estaba viviendo una pesadilla. Pero al notar su mano sobre su espalda, supo que era real.

Los policías registraron toda la zona. Después de tres horas buscando desesperadamente se dieron cuenta de que la niña ya no aparecería. No querían perder las esperanzas y menos aún tener que decirle a Louis que ya no volvería a ver a su hija. Pero lo imposible no era posible.

Frietz se dirigió hacia un bloque de pisos, y decidió llamar al timbre. El único modo de encontrar a Wendy era hacer interrogatorios a todos los habitantes del pueblo. Era su última salida.

En la primera casa que entraron vivía una pareja de ancianos que parecían desconocer por completo a Wendy. Además, no era muy fiable su opinión acerca del secuestro ya que la anciana estaba ciega y, su marido, sordo. Siguieron llamando de casa en casa y sorprendentemente todo el mundo les dejaba pasar a sus casas sin oponer ningún tipo de resistencia.

La segunda casa en la que entraron tampoco les aclaró mucho las ideas. Había un niño pequeño de unos diez años que conocía a Louis ya que había recibido sus clases de piano, pero, no sabía que tuviera una hija.

Al entrar en la tercera casa, algo desesperados porque aquello no les estaba llevando a ninguna parte, se llevaron una gran sorpresa. Una pareja adulta estaba llorando en el gran salón de la casa.

-Gracias a Diios que habéis venido...

La mujer abrazó al policía llorando a mares. Los demás agentes se apelotonaron alrededor del agente Frietz deseando escuchar lo que había pasado. ¿Por qué lloraba aquella mujer? ¿Tendría algo que ver con el asesinato de Wendy? ¿Les daría alguna nueva pista?

-Nuestro hijo ha desaparecido.

-¿Cómo se llama? - preguntó el agente.

- James.

Los policías no podían creerse lo que estaban oyendo. ¿Otro chico desaparecido en la ciudad? ¿Quién sería el culpable de aquellas desapariciones?

-¿Desde hace cuánto echáis en falta a vuestra hijo? -preguntó de nuevo el agente sacando una libreta donde iba apuntando todo.

-Desde hace dos días. Mi marido llamó ayer a comisaría, pero nadie contestó. Pensábamos en llamaros hoy de nuevo, pero ya os habéis adelantado...

El agente Frietz miró con expresión seria a los demás agentes. ¡Había que ser idiota para no contestar el teléfono de la comisaria en días de trabajo! Si no estuvieran en casa de aquella pareja por pura casualidad, jamás se habrían enterado de aquel nuevo secuestro.

-¿Cuantos años tenía el joven?

-Diecisiete para dieciocho...

El agente Frietz apuntó el dato en su agenda y se quedó pensativo, pensando en cuál sería la nueva pregunta.

-¿Lo han visto alguna vez con malas compañías? ¿Tenía novia? ¿Acostumbraba a salir de fiesta con sus amigos?

-Sí, salía con Mia. La jovencita que asesinó a sus padres. Pero cortaron antes de que todo esto ocurriera. En fin... Es complicado.

¡Y tanto que lo era! Ahora tendrían que buscar a tres personas: a Wendy, a Mia y a su novio James. Qué incierto era el destino... Ni siquiera sabían por dónde empezar. Sin embargo, Frietz sabía dónde acabar, encarcelando de por vida al culpable del secuestro de Wendy, de James y, cómo no a Mia, la asesina de sus propios padres.

***

James llamó a Mia.

-Hey, guapa, ¿quedamos cómo el otro día para acabar revolcándonos en la cama?

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