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La familia Brando era la burla de todos, ni siquiera yo, DIO, podía librarme de la maldición.

Trataba de ganarme la vida apostando en ajedrez, muchas veces ganaba buen dinero, otras una paliza; la suerte jugaba un papel importante. Otras sólo tomaba ajeno y lo vendía.

Recordar esa etapa de mi vida me pone reflexivo: De un lado lo agradezco, por ello obtuve la cómoda vida que tengo; por otro, desprecio haber llegado hasta el límite de la desgracia. Curiosa manera de llevar las cosas.

Al morir mi madre, no sufrí como cualquier hijo haría, pues de alguna forma fue liberada del martirio.

Recuerdo que Dario ni siquiera se contuvo en beber ese día. Ebrio, me comentó algo que en ese momento tenía sentido:

"Tu madre era una idiota, esa perra vivió sólo para llegar a este día, su preciado cielo la esperaba."

Y ahora que lo pienso, tenía razón. Ella sólo vivió de forma honrada en ese pueblo de mala muerte para poder llegar al supuesto cielo... ¿Habrá llegado a él? Es una incógnita que no obtendrá respuesta.

Mi madre era estúpida, pero a pesar de eso, fue la única persona a la que pude llegar a tener afecto.

Quería pensar que su partida fue lo mejor que pudo haberle pasado. Quería pensar que ella llegó al cielo que siempre solía hablarme, aunque tal vez no fue así.

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