~7~

253 23 0
                                    

He estado pensando que necesito un amigo, algo raro viniendo de mí, pero es extraño no fiar en nadie para estas cosas.

Amigo... Ni siquiera conozco el significado de tal palabra, jamás confié en nadie, siempre me aprovechaba de los demás, nunca se me pasó por la cabeza aquello.

Han pasado los años, y siendo más maduro en mi pensamiento, he decidido abrirme ante alguien, pero esa persona no debe ser como yo... Algo complicado teniendo en cuenta el mundo de ahora, el cual se rige a base de violencia y maldad.

No tengo derecho a quejarme por lo tiempos que se viven, no salgo de esta enorme mansión, me es ajeno el mundo exterior. ¿Podré de esta forma conocer a alguien? Quizá no.

Tal vez mi destino es vivir esta inmortalidad conmigo mismo. A veces me pregunto si vale la pena existir como lo he hecho.

Pasé cien años bajo el mar, los cuales me ayudaron a reflexionar sobre muchas cosas, a madurar mentalmente... Sin embargo, la soledad me consumió; mi única compañía era el cráneo de Jonathan, el cual aún conservo en mi pieza como si fuera un trofeo.

Jojo, si no hubieras muerto, si me hubieras seguido, de seguro hubiéramos sido amigos, pues te respeté, admiré tu valentía y tu poder.

Tu cuerpo aún lucha para aceptarme, ¿por qué no simplemente te rindes? Deja de pelear contra algo que no puedes derrotar, en algún momento tu cuerpo será completamente mío.

Jojo... No me arrepiento de lo que hice, pero si en ese momento, cuando me sostuviste en tus brazos, te hubieras inclinado hacia mí, la muerte no te habría alcanzado. Si vivieras, serías mi mano derecha, quizá hasta te consideraba mi hermano... Pero tu estúpida moral no cedió. Una lástima, pues perdí a un ser tan admirable pero a la vez tan estúpido.

A veces hablaba contigo, o tu cráneo más bien, te reclamé muchas cosas, te conté por completo mi vida, expliqué mis razones para hacer tales atrocidades. Quería sentir que en esos cien años no me encontraba solo bajo el mar...

Quizá aún no salgo de él aunque esté en tierra firme, porque a veces me siento igual que en aquél ataúd.

Diario de DIOWhere stories live. Discover now