~14~

166 17 0
                                    

Después de esa fuerte pelea entre Jojo y yo, decidimos hacer las pases, llevarnos bien. No estaba dispuesto a hacerlo, pero la herencia dependía de ello y accedí. Fingí ser su amigo, lo traté como si fuera mi hermano, y él no sospechó en ningún momento lo que tramaba.

Esos años fueron relativamente buenos. El odio a Jonathan no desapareció, sin embargo, el sentimiento de atracción creció más de lo que esperé; quería reprimirlo, no quería sacar a flote mi actitud cariñosa con él, aunque debo admitir que a veces sí sobre pasé el límite que me impuse.

En ocasiones le abrazaba y pasaba tiempo a su lado como si fuésemos hermanos, pero muy en el fondo yo lo tomaba como algo más, lo cual me avergonzaba y despreciaba con todo mi ser.

Una vez, los impulsos que deseé contener por tanto tiempo ganaron poder sobre mí. Es embarazoso recordarlo, más escribirlo, pero qué más da, en su momento me dio un poco de placer.

Jonathan se creía el chico perfecto, y lo era, pero no fue correcto hasta el final.

Pasó una lluviosa noche, los truenos eran demasiado escandalosos, una tormenta tan fuerte que nunca con anterioridad había presenciado.

Recuerdo que Jojo tocó a mi puerta, según él para asegurarse de que estuviera bien, algo ilógico debido a mi personalidad fría; le dije que no tenía que preocuparse. En vez de retirarse, entró a mi habitación, sentándose en mi cama. Estaba confundido, pero no dije nada al respecto, dejando que hablara por él mismo.

No recuerdo las palabras concretas, sólo era sobre el señor Joestar y su salud, cosa que me importaba poco, incluso me alegré por eso. El punto fue que, en un extraño momento, él me abrazó y terminé besándolo... La exactitud no importa, sólo el hecho de que sí, sucumbí ante el deseo, sin embargo, no esperaba que Jojo lo correspondiera.

Esa noche no pasó a más que simples besos y uno que otro indecente toqueteo. Quisiera olvidarlo, pero debo admitir que esa experiencia fue interesante.

Terminamos durmiendo juntos.

A la mañana siguiente me maldije por todo lo que ocurrió, negándome a siquiera ver a Jojo, y al parecer él se sentía igual de apenado, quizá también culpable. El señor Joestar notó que estábamos extraños, pero no comentó nada al respecto, lo cual agradecí.

No volvió a repetirse.

Mi desprecio a Jonathan incrementó por mi estupidez de adolescente, aunque eso me sirvió para ganar el valor que me faltaba para acabar con los Joestar.

Jojo... Cómo te odio. 

Diario de DIOWhere stories live. Discover now