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Chloe

- ¿Marco? -
No me lo podía creer, delante de mí tenía al que fue mi mejor amigo durante mi estancia en Génova.
Siempre pensé que el día que nos despedimos iba a ser el último que le vería, pero claramente me equivocaba.

- Dios, Marco, ¿cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que nos vimos? ¿3 años?
- Por lo menos - ríe nervioso - Siempre pensé que no volvería a verte.
- Yo también lo pensé. De verdad que no puedo creerme que seas tú - dije sin poder evitar sonreír con cierto nerviosismo.
- ¿Qué te parece si damos una vuelta y nos ponemos al día? - me preguntó.
- Por supuesto - contesté.

Marco y yo nos encaminamos a salir del comedor y adentrarnos en el patio que rodea el internado.
Marco ha cambiado bastante desde la última vez que le vi. Es mucho más alto y está mucho más musculado, pero su pelo negro, sus ojos azules verdosos y su enorme sonrisa hacen que siga pareciendo aquel chico que conocí una semana después de mudarme y del que no me separé hasta que me fui.

Marco me guía hacia un banco que se encuentra cerca de la parte trasera del internado, bastante escondido la verdad, y nos sentamos dispuestos a contarnos nuestra vida de los últimos 3 años.

- ¿Te apetece uno? - me pregunta mientras saca un paquete de tabaco.
- Vaya, ¿qué ha sido del Marco que decía que no fumaría en su vida? - le cuestiono mientras cojo un cigarro y lo enciendo.
- Bueno, supongo que tras tu marcha ese Marco se perdió en la vida - contesta mientras se rasca la nuca nervioso y saca un cigarro.

Durante más de 4 horas hablamos sin parar poniéndonos al día de todo, como si estos 3 años no hubiesen pasado entre nuestra amistad. Resulta que Marco lleva aquí 2 años.
Tras mi marcha sus estudios empezaron a ir de mal en peor y sus padres decidieron que un internado sería la mejor opción para acabar el bachillerato.
Tras nuestra larga charla fuimos a cenar y directos a dormir, mañana empezábamos las clases y se avecinaba un largo día.

8 de la mañana, suena el despertador y me levanto directa a la ducha para espabilarme.
Me arreglo y emprendo mi camino hacia la primera clase.
La mañana se me pasa muy rápido, tengo la suerte de que Marco y yo coincidimos en la misma clase, la F.
Cuando el timbre indica el fin de la jornada Marco y yo nos dirigimos al comedor, de verdad que tengo mucha suerte de conocer a Marco, si no probablemente estaría sola rodeada de toda esta gente.
Recogemos el menú de hoy y ponemos camino hacia una de las mesas del fondo.
Durante el breve recorrido hasta la mesa mi atención se fija en dos jóvenes, ambos están sentados en una de las mesas del fondo sin el uniforme obligatorio del internado, pero no le presto más atención de la necesaria.

Al terminar de comer nos dirigimos al banco del patio y allí pasamos la tarde entre risas y anécdotas hasta la hora de cenar, en donde mi atención vuelve a fijarse en las dos mismas personas del mediodía, de nuevo sin el uniforme.
En cuanto terminamos de cenar nos dirigimos hacia mi habitación, la cual queda unas puertas más adelante de la de Marco, dispuestos a ver una película antes de dormir.
- Buona notte piccolina - Marco se despide dejando un suave beso en mi mejilla.
-Buona notte tesoro, sogni d'oro.

Reminiscencias a largo plazoWhere stories live. Discover now