Besos Sabor A Miel (Yoontae)

⚜️4⚜️

"Llanto doloroso"

No entendió por qué había sido él.

Por qué aquel hombre lo escogió a él y no a cualquier de sus hermanastras, por un momento se sintió bien, inalcanzable, bonito y poderoso pero después de tomar el pañuelo de aquel alfa y respirar su aroma impregnado en el, la realidad lo golpeó como tornado. Había sido elegido.

¡Había sido elegido!

Por un alfa que no conocía, que probablemente era igual que su madrastra y las hijas de ella, o mucho peor que ellas juntas, la familia Min no era presidamente un clan que temiera de algo o alguien, nadie se atrevía a meterse con ellos, nadie, nunca. Eran poderosos y muy tradicionales con las costumbres impuestas por ellos mismos desde años atrás.

Tenía miedo.

Demasiado miedo recorriendo su cuerpo haciendo que su Omega encojiera sus orejas y su cola ante la incertidumbre de lo que le pudiera ocurrir, ya no al lado de su madrastra, con la familia que había crecido todos estos años, ahora que había sido elegido por un nieto del alfa Min tenía menos probabilidades de ser libre y tener más problemas con su familia.

Sin poder evitarlo y con lágrimas en los ojos salió corriendo de la sala donde segundos antes había estado ese alfa que lo había escogido, dejando atrás los gritos y llamados de su madrastra, los llantos de las omegas que no habían sido escogidas, importandole nada si estaba mojado o si mañana pescaba un resfriado por salir con rapidez.

Corrió importandole nada que sus pies y piernas dolieran por el esfuerzo inhumano que estaba haciendo, dejando atrás la casa que alguna vez fue de sus padres y a él. Brincando la cerca de madera que rodeaba la casa principal del jardín trasero y daba pie a los campos de la familia, corrió manchando más sus pies descalsos importante poco que se lastimara con las piedras o espinas de los flores, las ramas de los árboles o cualquier otra cosa que se interpusiera en su camino.
Brinco, paso, tropezó y se lastimó pero no se rindió, siguió su camino con los ojos llorosos, lleno de lodo y agua bajando de su cabello y cuerpo, haciendo aún más difícil sus pasos.

Una ráfaga de viento golpeó violentamente su cuerpo estremeciendolo de pies a cabeza cuando se detuvo en las faldas de la colina, limpiándose las lágrimas de sus ojos y después abrazándose así mismo tratando de transmitirse calor, subió el pequeño camino estrecho que lo guiaba a la cabaña de su niñez, el único lugar que le seguía perteneciendo desde que sus padres lo dejaron solo, el único lugar en el que su madrastra no lo molestaba solo porque estaba demasiado lejos y muy abandonado para su gusto, el único lugar que lo hacía sentir en casa y en familia aunque estuviera solo y frío como su vida.

Subió con pasos lentos, temblando de frío al verse rodeado de árboles y plantas llenas de agua moviéndose al son del viento, como sus labios temblaban en su compañía y sus pies lastimados, llenos de lodo, suciedad y tierra.

Corrió tratando de que el frío de la noche no lo atrapara y lo enfermara más de lo que seguramente ya lo estaba.

Con algo de dificultad logro abrir la puerta de madera malgastada que resguardaba la protección de la cabaña, que pequeña y antigua seguía siendo cálida y muy familiar.
La cabaña que construyeron sus padres con mucho esfuerzo cuando recién se casaron, según lo que su padre le contaba, fue en esa cabaña en la que nació y la que fue remodelada por su madre antes de morir, el único lugar que le recordaba a su madre, su niñez y felicidad. El único lugar que no le había quitado su madrastra cuando su padre murió.

No había velas que le dieran luz o calor por lo que a oscuras se arrastro al catre donde dormiría esa noche, con miedo, dolor e incertidumbre de su futuro.
Durmió sobre el catre con tristeza y frío, llorando al verse vulnerable ante la situación a la que había sido sometido.

Lloró en silencio dejando que la noche siguiera su curso y que evidentemente el frío lo cubriera y que a la mañana siguiente despertara con tos y dolor en todo su cuerpo, demasiado cansado y triste para continuar con sus actividades diarias.

A primera hora de la mañana bajo a la casa principal evitando a toda costa toparse con un sirviente de la casa o alguien que le advirtiera a la señora de la casa que estaba ahí, con demasiado cuidado y sin hacer ruido cruzó el jardín principal y recorrió lo que faltaba de distancia a la casa de los sirvientes donde tenía su habitación, entro en silencio y con rapidez evitando que alguien despertara por los ruidos que hacía.
Recorrió el pasillo casi de puntitas siendo precavido y muy sigiloso para que nadie se diera cuenta de su presencia.

Una vez entro a su habitación, busco rápidamente ropa limpia y seca para que pudiera cambiarse y irse a la panadería, era temprano pero por ningún motivo quería a su madrastra torturando lo o castigandolo por algo que no hizo, la desición del alfa no fue tomada por el o influencia por el, solo era un víctima más, pero eso su madrastra no lo entendería.

Corrió al cuarto del baño para lavarse el cuerpo y el cabello con agua fría, limpiando la suciedad que se había impregnado a él toda la noche.

Una ves limpio, se puso su ropa y salió de la casa de los empleados dándose cuenta de que ninguno de los sirvientes se despertaba aún, más tranquilo abandonando las tierras de su familia y emprendió su camino a su trabajo.
Caminando despacio y sin prisa, teniendo su mente llena de muchas cosas que le daban vuelta una y otra vez, poniéndolo nervioso y confundido llegándose a preguntar si lo que estaba viviendo era un sueño del que pronto despertaría, un mal y buen recuerdo de que los sueños podrían hacerse realidad.

Cuando el sol se asomo en las montañas él llego a la casa del paradero, demasiado temprano pero nunca nunca tarde para iniciar con sus labores, tenía la confianza suficiente de su patrón que no le dio miedo meterse y empezar a preparar las masas para el pan que entregarían por la tarde de ese día. Un pedido grande para una de las familias más acomodadas de la sociedad, algo que también le dio miedo porque se trataba de la familia materna del alfa que lo había escogido.