27 | Queen of broken hearts

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El techo blanco tenía toda la atención de Lucy mientras esperaba a que su respiración se normalizara. Se impulsó un poco hacia adelante, aún recostada, pero levantando su torso y recargando su peso sobre sus brazos. Su mirada se dirigió a Timothée, quien estaba colocándose nuevamente su ropa interior.

Ella llevó sus ojos a las sábanas blancas sobre las que se encontraba y pensó en en hecho de que jamás habría podido imaginar que un día conocería su cuarto y mucho menos que estaría desnuda sobre su cama.

- ¿En qué piensas? -preguntó curioso. Lucy lo miró directamente a los ojos, sin soltar una sola palabra, pero manteniendo el contacto visual.

- No sé, ¿tú en qué piensas? -rompió el silencio evadiendo su pregunta. Él bajó la mirada y dibujó en su rostro una sonrisa nerviosa.

- ¿Debería decirte?

Entonces fue Lucy quién sonrió. Timothée tomó una de sus playeras y se la arrojó en dirección a la cama, sin mucha fuerza. La prenda de ropa cayó a un lado de las piernas de la chica y ella la miró. La confundió, después de eso, verlo vistiéndose nuevamente con la ropa que se había quitado. Entonces comprendió que él se la había dado para ella. No lo cuestionó, de hecho ese detalle no la molestó en lo absoluto. Incluso le agradó.

- ¿No vas a decirme en qué pensabas? -reclamó mientras pasaba la cabeza y luego sus brazos.

- No sería justo, yo te pregunté primero.

Timothée la miró con atención mientras ella acomodaba su cabello café con los dedos. Ella lo miró con una perfecta expresión de desconfianza. La conocía lo suficiente como para saber que estaba a punto de soltar un comentario que detonaría en una discusión sin sentido.

- No me mires así. ¿Podrías relajarte? Compré comida para los dos y...

Lucy ni siquiera lo dejó terminar de hablar.

- ¿Vas a invitarme a comer? -preguntó, con los brazos cruzados y sin dejar de analizarlo con la mirada.

El cabello castaño revuelto, las mejillas sonrojadas y su remera sobre su cuerpo era una imagen que estaba seguro de que se quedaría instalada para siempre en su memoria. Hasta con la mirada desconfiada incluida, todo en ella era digno de recordar.

- Sí.  -dijo sin darle mucha importancia.

- ¿Por qué? -insistió. Él sintió como si esa hubiera sido una pregunta de lo más descarada, o almenos lo había dicho con un tono de voz que si lo parecía.

- ¿Qué tiene de malo?

- Nada, pero es raro. -confesó más relajada. - ¿Eso cambia algo entre nosotros?

Timothée se dirigió hacia ella y se sentó a un lado. Miró hacía el frente pensativo y luego la miró.

- Bueno, tal vez acostarte conmigo cambia algo, ¿no lo crees? -Lucy apartó la mirada.

- No somos amigos. -afirmó con una mueca. - Ni siquiera nos llevamos bien.

Timothée se dejó caer por completo sobre la cama y sus ojos acabaron en el techo, como lo habían estado los de Lucy hacía unos minutos. La situación lo agobiaba. Ese tipo de conversaciones lo agobiaban demasiado. Pero la peor parte era que por alguna razón él mismo se había metido en esta.

- Sí, ya lo sé. -respondió como si fuera algo obvio. Lucy se recostó a su lado y giró la cabeza para mirarlo. Luego él también la miró. -Pero también sé que tu cuerpo se atrae con el mío. Y... - Lucy estaba prácticamente hipnotizada por sus ojos, tanto que apenas pudo apreciar perfecto contraste que tenía su cabello rizado con las sábanas. - Y... -soltó esta vez como un murmullo. - Y me gustas. -los ojos de Lucy se achicaron. Conocía esa expresión, conocía cada una de sus expresiones. -Mucho. -afirmó. Dejó de observarla y volvió a mirar el techo. -Demasiado. Ya no hay un solo minuto del día en el que no estés en mi cabeza.

NASTY - Timothée ChalametOnde histórias criam vida. Descubra agora