9 | Room

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Ese día había sido de lo más estimulante para Lucy. Su humor estaba absolutamente animado, la semana de exámenes había acabado y al fin sentía que podía volver a respirar.

Cuando la clase acabó un profesor la llamó. Era un anciano con una pronunciada joroba y una barba blanca que lo hacía lucir como un Santa Claus delgado. Le pidió que llevara unos papeles a administración porque tenía que llegar temprano al partido de su pequeño nieto y ella había sido la última idiota en levantarse de su asiento.

Aunque administración estaba en el último piso de la maldita universidad, Lucy aceptó sin molestarse en lo absoluto. Estaba relajada, tenía tiempo y el paseo de su perro podía esperar.

Sabía que ir por las escaleras compensaría parte de todo el ejercicio que no había hecho durante años, pero el ascensor era la idea que más se adecuaba a ella. Cuando entró vio a la figura de Timothée acercarse e intentó cerrar las puertas antes de que él lo hiciera, pero no le estaba resultando.

"Grandioso." Se burló su cerebro.

- ¿Ni siquiera puedes sostener la puerta del ascensor para mí? -preguntó mientras Lucy presionaba el último piso.

- No para ti. -contestó fria, intentando acabar la conversación.

Los dos estaban en silencio. Él tosió.

- ¿En qué piso bajas? -preguntó ella, sin poder recordarlo presionando algún botón.

- Oh, en ninguno. -respondió sonriente.

Sabía que eso la haría enojar, pero Lucy quería demostrarle que era más fuerte que eso. Tenía un maravilloso día y no lo echaría a perder por nada en el mundo.

El silencio volvió y parecía que al chico no le agradaba, porque volvió a toser y eso consiguió malhumorar a la joven que se irritaba con facilidad.

- Deberías revisarte. -dijo cortante.

- ¿Qué? -Timothée realmente no había comprendido a lo que ella se refería.

- Esa tos.

- Oh, ¿así que eres mi madre ahora? -Lucy bufó ante su infantil respuesta.

- No, gracias a Dios. -murmuró.

- ¿Te pasa algo? -pretendió no haberla escuchado.

Lucy colapsó. Sabía que tarde o temprano lo haría.

- Sí, de hecho sí. -afirmó. -La última vez que hablamos me insultaste como quisiste y ahora ni siquiera entiendo que es lo que quieres.

Timothée la miró. Ella estaba a su lado, cruzada de brazos y mirando al frente. Eso lo exasperó.

- Solo te dije lo que pensaba de tí. -se justificó. -Ademas tienes que admitir que tú tampoco fuiste la señorita gentileza cuando me dijiste lo que pensabas.

- Pero a mí me molestó. -admitió. Timothée estaba decidido a argumentar hasta que el ascensor se detuvo. -¿Sabes por qué? -se volteó a verlo. Su mirada era como la de una persona preocupada o incluso algo dolida. -Porque gran parte de todo lo que dijiste es verdad.

El rizado la vio salir caminando sin permitirle responder. Eso no iba a acabar ahí, así que de todas formas decidió seguirla.

- Perdón, ¿sí? -le dijo cuando la había alcanzado, pero ella aceleró el paso. -No pensé que te afectaría.

- No dije que me afectó, solo me molestó.

- ¿Qué tengo que hacer para que ya no estés molesta? -preguntó Timothée acelerando su paso para alcanzarla. -¿Debería lamer algo?

Lucy abrió la boca y casi se detuvo.

- Eres un cerdo.

- Pero te encanta. -susurró caminando a su lado.

Finalmente Lucy llegó a administración y dejó los papeles a una secretaria con Timothée a su lado en silencio como un niño pequeño.

- ¿Por qué carajos te subiste conmigo? -preguntó, finalmente deteniéndose, cansada de caminar con él a su lado de regreso al ascensor.

- No sé. -dijo mirándola con la mirada de un cachorrito. Sus ojos verdes podrían incluso haberla hecho babear en ese instante. -Solo quería hacerlo y lo hice.

- Sí, para arruinar mi día.

- Para entretener mi día. -la corrigió. -Pero no pensé que arruinaba el tuyo.

- Dudo que pienses. -respondió con crueldad. Timothée bajó la mirada y sonrió con tristeza.

- Esta bien. -afirmó pasando una mano por su cabello, peinandolo hacia atrás y volviendo a mirarla. - Te voy a dejar tranquila. -dijo sin aún moverse en lo absoluto. -Pero yo también quería decirte que tenías algo de razón. Puede que esté algo dañado, pero eso es algo que una persona como tú nunca va a entender. Estoy seguro de que toda tu vida es perfecta y color de rosa. Tu único problema se basa en lo que piense la gente de tí.

Ella lo miró congelada. Como si no hubiera visto eso venir.

- Timmy, no es así... -respondió.

Su tono de voz sonaba de lo más comprensiva, nada que ver a sus respuestas a la defensiva a las que él ya estaba acostumbrado. Incluso deseó haber grabado el momento en el que lo llamó "Timmy" de esa forma tan dulce. No podía imaginar a absolutamente nadie más llamarlo de esa manera.

Timothée sintió que ya no podía controlarse. Con ella frente a él lo único que pudo hacer fue acercársele y Lucy no se movió. La castaña movió su cabeza para verlo a los ojos. Estaban extremadamente cerca y los ojos de Timothée estaban mirando fijamente a los labios de la chica. El corazón de Lucy palpitaba tan fuerte que hasta pensó que él podría llegar a escucharlo. Sus mejillas estaban totalmente sonrosadas y finalmente sus ojos miraron velozmente a los labios entre abiertos del chico.

- ¿Puedo besarte? -preguntó con sus cejas elevándose levemente esperando una respuesta por parte de Lucy, quien simplemente lo miraba.

Ella sabía que quería darle una respuesta sarcástica, pero con sus ojos sobre sus labios era completamente débil. De un momento a otro, dejó de preocuparse por el hecho de que le desagradaba y se dejó llevar por lo mucho que él realmente le atraía. Tomó entre sus manos el suéter de Timothée y se impulsó hacia arriba uniendo sus labios.

Él no perdió un segundo y al instante colocó una de sus manos en el cabello de la chica y otra en su cintura, apegandola a si mismo lo máximo que le fue posible. Lucy sintió la lengua del rizado ingresar desesperadamente y, en menos de un parpadeo, ambos estaban caminando con los ojos cerrados. Era uno de los besos más intensos que Lucy había experimentado, estaba puramente cargado de deseo. No amor, puro y extremadamente candente deseo que ya no podían controlar.

Sintió su espalda chocar con una pared y la mano de Timothée colocarse sobre esta misma. Dios, se sentía tan bien. Llevó una de sus manos a los rizos del chico y otra a sus mejillas. Su cabello era increíblemente suave. Mientras que Lucy se sentía una adicta por estar fascinada con el leve sabor a humo que tenía el chico en su boca, Timothée, por su parte, descubrió que ella sabía a un montón de frutas, más específicamente a melocotón y saboreó con gusto el fuerte sabor a cereza de su labial.

Timothee interrumpió unos segundos el beso y miró hacia su lados. Cualquier persona podría pasar e incomodarse. Finalmente vio una puerta algo descuidada que parecía no ser de importancia. Sus labios volvieron a los de la chica, como si no pudiera separarse de ellos por mucho tiempo y la dirigió como pudo hacia allí. Con agilidad tanteó la perilla y agradeció al universo que estuviera abierta. Ambos se adentraron al pequeño cuarto oscuro y Timothée cerró la puerta.

Entre la efusividad de la pareja, la espalda de la chica dio con el interruptor de luz, para acabar descubriendo que se habían metido en el pequeño cuarto de limpieza.

NASTY - Timothée ChalametWhere stories live. Discover now