Capítulo 72.

8.6K 487 62
                                    

WARREN.

Al llegar a la civilización humana ciertamente me asombre mucho al ver que se veían y actuaban como uno de nosotros pero lo extraño era que cada quien se vestía como quisiera, tenían marcas como las nuestras pero ninguna semejante ó igual a alguna perteneciente de las razas, su comida era extraña y demasiado grasosa para mi gusto, esto lo digo ya que al pasar por un lugar en donde vendían comida pude ver a simple vista como recurría grasa por todos lados de esta, al entrar a un establecimiento para desayunar pude notar que más de una humana se me quedaba viendo muy fijamente e incluso pude ver como entre ellas se decían cosas mientras me seguían viendo, supongo que soy demasiado feo incluso hasta para las humanas, al llegar a la mesa que nos asignó una persona yo esperaba que esta ya estuviera servida y lista para comer pero para mi sorpresa no fue así, sino que te daban una especie de papel en donde venían un sin fin de nombres raros como "Delicias de cochinada" entre otros, seguido cada nombre por demasiados puntos suspensivos y al término de estos unos paréntesis, yo a decir verdad no sabía que hacer con ese papel tan extraño y Haifa claro esta tampoco así que me espere para ver que hacia mi prometida con ese papel, momentos después comenzó a escribir números entre los paréntesis y claro esta Versek también, supongo que dirán que era obvio que se hiciera eso pero yo nunca había hecho algo así, escribí números en algunos paréntesis y también por curiosidad escribí un número en el paréntesis de las "Delicias de cochinada".

Tiempo después otro hombre fue por los papeles y cuando regresó traía con sigo demasiados platos, muchos a decir verdad, y casi la mayoría eran para mi, creí que no me comería ni la cuarta parte de toda esa comida, que para mi desgracia tenía grasa la gran mayoría de está, pero al ingerir el primer bocado mi paladar y mi lengua se volvieron locos ante los nuevos sabores y termine todo lo que había pedido mucho antes de que mi esposa termina el segundo plato, y he de decir que esperar a que terminara de desayunar fue todo un deleite para mi ya que se veía hermosa incluso comiendo, para mi fue el momento más íntimo que había tenido con ella desde que nos casamos, el momento preciso para poder observarla a la perfección sin que se diera cuenta, ver como sus hermosos labios de terciopelo se abrían para ingerir el próximo bocado, como algunas veces cerraba los ojos de tanto que estaba disfrutando de su desayuno, ver como era ella misma sin importar nada, verla en paz y no enojada siempre que me miraba ó me dirigía la palabra, pero sobre todo, verla y saber que muy posiblemente pasaría la vida entera viendo esos gestos a diario y más sin embargo verla con toda mi atención como si fuera el primer día que desayunamos juntos.

Pero todos esos pensamientos fueron reemplazados por vergüenza al instante cuando llegó la cuenta de todo lo que habíamos comido, en ese momento mi prometida sólo me miro con unos ojos de enojo puro al mismo tiempo de que me pareció escuchar que rechinaba los dientes, supongo que debí de pensar en que todo lo que venía a comprar mi esposa no se lo daban sin pedir nada a cambio como a mi en mi reino, debí de pensar que algo así pasaría ya que para estos humanos sólo somos algunos más de su especie y no conocen la posición en la que estamos, tonto, tonto, debí de haberle pedido dinero humano a mi padre para comprar y pagar todo lo que mi esposa quisiera portándome como todo un caballero, como un buen esposo, pero como siempre mis malas costumbres de inútil me impidieron pensar en que algo como esto pasaría el mismo instante en que le decía a mi esposa que quería venir con ella, tonto, tonto y mil veces tonto.

Mi esposa al terminar de pagar la cuenta se levantó de su asiento al mismo tiempo que Versek y comenzaron a caminar con paso rápido y firme rumbo a la salida del establecimiento, y claro yo al ver hacia donde se dirigían me levanté igual de rápido y salí detrás de ellos con Haifa pisándome los talones.

A cada tienda que entraba mi esposa siempre la recorría por todos los rincones, se detenía a ver algunas cosas, otras se las sobreponía enfrente de un espejo de cuerpo completo y hacia caras raras y ademanes, cómo también en algunas ocasiones le ponía las cosas a Versek y juntos se divertían un rato, tal pareciera que eran amigos y no un origen con su perro demonio.

Alas de ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora