Moving On

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Timothée














Sentía como el agua caía en mi espalda y mi cara, me quedé unos segundos sintiendo como las gotas se resbalaban sobre mi, no podía evitar sentirme tan bien, jamás me había sentido tan pleno. Tuve ilusiones, pero esto es real. 

Salí de la regadera con un movimiento de baile, y me dirigí a bajar el volumen de la música que salía de mi teléfono, me asomé fuera del baño para mirar. Seguía dormida tal y como la dejé, tomé mi toalla y la enrollé en mi cadera, para poder salir del baño. Me recargué sutilmente en la pared de mi habitación para apreciarla mejor. Repentinamente Jean comenzó a despertarse y corrí a arreglar mi cabello frente al espejo, mis chinos estaban caídos e intenté secarles un poco para que tuvieran forma y no parecer un perro mojado.

Cuando me giré a mirarla, estaba sentada y con una expresión tan desubicada que hasta yo dudé de donde estaba parado,

-Timothée. - Dijo seria mirándome directamente a mis ojos. 

- ¿Si...? - Pregunté tratando de evitar su potente y directa mirada. 

- ¿Qué haces así? - Preguntó sin dejar de brindarme esa intimidante mirada que tenía sobre mi. 

Rápidamente sentí mi toalla, pues pensé que esta se me había caído, solté un gran suspiró de alivio al sentir que mi toalla estaba justo donde la puse. 

- Pues, tomé un baño... Tú aún estabas dormida, no quise despertarte y...- Interrumpió.

- Ponte una playera. - Tragó en seco aún con su mirada fija en mi. 

No tarde ni un segundo en correr a mi cajones para sacar una playera. 

- No. - Dijo con tono serio nuevamente. 

- ¿No? Creí que querías que me tapara... - Jean se levantó de la cama y pasó frente a mi sin siquiera mirarme. 

Yo la seguí hasta el pasillo, más ella ya había bajado las escaleras.

-¿A dónde vas?- Le grité. 

Ella salió por la puerta trasera, así que corrí de nuevo a mi habitación para asomarme por mi ventana. 

- ¡¿A donde vas?!- Volví a gritarle. Ella caminaba descalza por el patio directamente a su casa.

- ¡Jean! - Ella se giró a lo lejos. 

- ¿No te enseñaron que no debes despertar a una mujer recién bañado y desnudo? - Gritó a lo lejos. 

- Pero no estoy desnudo.- Respondí algo confundido. 

- Cómo sea, no... tú... - Gruñó. -¡Eso no se hace!- Se giró para seguir su camino regreso a casa.

Me parecía muy inusual su extraño y repentino comportamiento pero no puedo negar que verla salir descalza con mi playera, hace esta situación adorable. 

- ¿Cómo vas a entrar a tu casa si no tienes tus llaves eh?- Me recargué sobre el borde de la ventana esperando su respuesta. 

Jean detuvo su caminar para voltear lentamente hacía mi. - ¿Puedes aventar mi teléfono?- Preguntó aún molesta. 

- Me dices que ¿Quieres que aviente tu teléfono desde aquí? - Pregunté relajado más mis dudas del por que había escapado de esa forma me seguían comiendo el cerebro. 

Después de pensarlo unos segundos Jean se acercó por debajo de mi ventana.

- Ponte... ropa. - Habló pausado lo cuál sólo me traía más dudas.

- Pero tengo mi toalla puesta. - Respondí despreocupado. 

-¡Hazlo! .- Gritó ordenándome.

- Está bien está bien ya voy.- Me volví a mi habitación para tomar la playera que me había hecho poner y quitar...

Y ahí fue justo cuando entendí todo.  Así que volví a la ventana.

- No encuentro ninguna playera. - Le dije con un puchero en mi rostro. Pude apreciar como su semblante de espera cambió a uno de enfado, tal enfado que sus mejillas se coloraron. 

- ¿Qué? - Preguntó en un tono sorprendido pero molesto. Colocaba sus manos sobre su frente para que los rayos de la pronta mañana no le impidieran la vista. 

- Tendrás que subir por tu teléfono de esta forma. - Agregué con indiferencia para que notara que sabía que le ocurría.

- Bien... no tienes playeras, entonces ponte otra toalla encima. - Respondió sarcástica. 

- No tengo  de esas tampoco. - Su mirada se ponía cada vez más intensa con lo que intentaba provocar.

- ¿Ah no tienes? Entonces toma una sábana y cúbrete. - Mencionó como última opción que sabía que no podía negar. 

-Iré a ver si aún tengo algo de eso. - Me giré a simular que buscaba algo, para cuando regresé la mirada a la ventana Jean no estaba. ¿A dónde podía haber ido? Intenté mirar más lejos, no pudo correr tan rápido, pensé. 

Sin esperarlo Jean salió de nuevo de mi puerta trasera con su teléfono en la mano. Había entrado el tiempo que estuve todo estúpido buscándola. Maldición. 

Caminaba por el pasto aún descalza, burlándose de mi, con el trofeo en la mano. Suspiré y la vi entrar a su patio mientras hacía una llamada. Dejando en mi una sonrisa. 

Así comenzaba un buen buen día. Después de todo, es cierto que el arcoíris llega después de la tormenta. ¿O acaso la tormenta había comenzado?

 ¿O acaso la tormenta había comenzado?

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𝘾𝙖𝙣 𝙄 𝙘𝙖𝙡𝙡 𝙮𝙤𝙪 𝙩𝙤𝙣𝙞𝙜𝙝𝙩 [Timothée Chamalet]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora