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—Dime que trajiste papitas, please —suplicó Hyunsuk juntando ambas manos.

—Tú siéntate.

Como Yeonjun se encontraba al lado de la ventana, el mayor hizo que yo me sentara en el medio y él al otro lado.

Las luces se apagaron y la gente dejó de hablar. Era como una versión 2.0 de un cine con un descuento del ochenta por ciento, y aquí si te permitían entrar con comida.

La película comenzó entonces.

Mi piel se erizó un poco al tratar de tomar una golosina de la bolsa que Jun tenía sobre las piernas, su mano chocó con la mía; sin embargo, no la alejó, más bien sentí un leve cosquilleo en ella dado que sólo bastaron segundos para que la entrelazara con la suya. Miré de soslayo discretamente, percatándome de que estaba muy concentrado, por lo que, supuse que no era consciente de lo que hacía.

Tenía mucha hambre, así que, con mi mano libre tomé algunas golosinas y las solté sobre mi falda para no molestar su comodidad durante la primera parte al menos.

El tiempo transcurrió y el ambiente pronto pasó a tensarse en toda la sala. Claro estaba que, como en una película de terror americana que se respeta, se presentaron escenas más dieciocho, las cuales hicieron reaccionar al castaño rápidamente pues no tardó en carraspear la garganta, evitando mirar la pantalla por unos segundos. Aquello, no hizo que soltara mi mano, lo que también fue gracioso.

El rodaje iba quizá hasta la mitad cuando todo el cuarto oscureció. Los sonidos de los interruptores insistieron, pero las luces no se prendieron.

—Se fue la luz —habló una voz de repente.

—Si no me decías, no me daba cuenta —respondió alguien más haciéndonos reír en la sala.

—No salgan, volveremos rápido.

Nos quedamos en silencio después hasta que el sonido de un objeto caerse, causó un grito de susto en todos. Esta vez, haciendo que Yeonjun me abrazara. Sonreí cuando su respiración agitada hizo saltar a los diminutos cabellitos en mi nuca, pero no lo alejé, más bien sostuve firmemente sus brazos contra mí.

Y ¡pum!, en todo el nuevo silencio, se prendieron los altavoces, dejando escuchar un chillido agudo, por lo que ahora sí, todos gritamos.

De pronto, las luces se encendieron y nuestros profesores entraron aplaudiendo y riéndose al mismo tiempo.

—¡Feliz Halloween!

Hijos de...

Una vez iniciados los reclamos, no hubo quien los cese, pues los mayores lo único que hacían era deleitarse con nuestra incredulidad.

—Ya niños —pidió el subdirector—. Era una broma.

Bufé. La película no estuvo miedosa. Pero esto, esto fue otro nivel.

—Pueden irse a sus casas —aclaró nuestra tutora.

—¿No tendremos más clases por hoy? — preguntó Suhyun.

—Ya no. Tendremos una reunión y es mejor que no estorben por aquí.

Asentimos, y al irse despidiendo cada profesor, pude sentir las miradas de los chicos, pero esta vez no en la pantalla, sino en mí.

¿La razón? Yeonjun me seguía abrazando, y la bolsita de dulces se había esparcido por el suelo.

Volteé levemente encontrándome con sus ojos asustados.

—¿Qué?

No respondí, pero esta vez solté sus brazos —como poseída— y, al darse cuenta lo que ocurría, deshizo el agarre lentamente y terminó por esquivar la mirada.

₂₀ᴄᴍ  | Cʜᴏɪ YᴇᴏɴᴊᴜɴWhere stories live. Discover now