| 11ᴄຕ |

1.7K 202 24
                                    

Chasqueando los dedos al ritmo de una canción imaginaria, entré a la biblioteca a visitar a Soobin, quien yacía cómodamente sentando en una sillita leyendo un libro.

—Ya te vi. —Pero claro que mi intento de espionaje iba a ser sólo un intento.

—¡Hola! —saludé alegremente.

—¿Hablaste con Yeonjun? —Dudé en decírselo, pero terminé asintiendo cuando recordé la clase de chico con la que trataba, colándome plácidamente en la sillita de al lado—. Cuéntame.

—Deberías saberlo —rodó los ojos ante mi respuesta—. Conseguí su número.

—Ya veo —cerró de golpe el libro—. Tu sonrisa boba te delata.

—¿Tanto se nota?

—Que eres boba, ¿o tu sonrisa boba?

—Qué gracioso, Soobin —rezongué.

—¿Tienes algo más que contarme?

—No.

—Entonces vete —indicó con un gesto burlón el pequeño pasillo que llevaba a la salida del sótano.

—Vine aquí para agradecerte lo que hiciste por mí.

—Ya te dije que hicieras cuentas... ¡y el viernes fue fin de mes! —exclamó bajito parándose de golpe.

El tiempo pasa volando.

—Ya me tengo que ir —bostecé para levantarme y salir lo antes posible.

—¡Te encontraré, Lim! ¡Sé dónde vives!

—... entonces podríamos...

Fue lo último que escuché tras ser vilmente secuestrada detrás de un estante. Intenté alejarme, pero sus brazos ejercían suficiente presión en mi cuerpo y su mano tapaba mi boca, por lo que, no me quedó otra opción que morder a la persona.

—¡Ah!

—¡Eres un idiota! —exclamé bajo igualmente dado que seguíamos dentro de la biblioteca.

—¿Tu segundo nombre es mordelón? —se quejó revisando su mano.

—Tonto, sí, vengo a la escuela en un platillo volador. ¿Por qué diablos lo hiciste?

—Esos chicos —señaló un grupo de estudiantes que se podían divisar a través del estante que escaseaba de libros—, estaban hablando de algo importante.

—¿Los estabas espiando?

—No —titubeó—, pero cuando los escuché hablar no dudé en quedarme y claro, tenías que aparecer.

—Sólo estaba pasando.

—Pero si volteabas de seguro decías: Oh Yeonjun, qué bueno verte —agudizó su voz, queriendo hacerla parecer a la de una chica.

—Yo no hablo así.

—Como sea —respondió masajeándose la mano—, ¿qué hacías aquí?

—Vine a visitar a un amigo y a traer un libro —entrecerré los ojos—, que me parece está justo detrás de ti.

—¿Este? —me indicó el único azul que resaltaba entre el resto, y la razón por la que caminé cerca del lugar antes de ser silenciada. Asentí entonces—. ¿A cuál amigo? —indagó cediéndome el pergamino.

—Soobin.

—¿El chico del sótano?

—El chico guapo del sótano —corregí.

—Si tú lo dices...

En medio del camino a la clase, mi teléfono vibró sobresaltándome e inmediatamente lo saqué de mi bolsillo para contestar.

₂₀ᴄᴍ  | Cʜᴏɪ YᴇᴏɴᴊᴜɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora