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—¡Dame un abrazo, amiga!

—¡Basta, Jihoon!

Pasaron alrededor de diez o más apretujones, en los cuales el aire se me fue y regresó, y él seguía fingiendo que era la primera vez que me veía. Mi espalda estaría adolorida más tarde.

—Es que tú, al fin—contestó eufórico—. ¿Creciste? ¿Vienes a quedarte? —preguntó colocándose de puntillas y quedando notablemente aún más alto a mi altura.

—Tal vez —reí. Era un exagerado.

—Joo y Na están por aquí. —Me tomó de la mano para seguido arrastrarme a donde supuse se encontraban las chicas—. ¡Niñas, miren quién está aquí!

—¡Suksuk! —gritaron ambas delineando una expresión de alegría en sus lindos rostros, y de paso, llamando la atención de todos los presentes, se abalanzaron hacia mí. Les regresé el abrazo de inmediato.

—¡Te extrañamos mucho! —chilló Mina a lo que Hyejoo asintió reiterando.

—Yo también las extrañé.

Me separé de ellas en un momento, empezando a respirar con normalidad.

—¿Y cómo has estado? ¿Conociste chicos? ¿Ya tienes novio? ¿Qué tal Londres?

—Una pregunta a la vez —ocupé una silla vacía y aclaré la garganta, dispuesta a continuar—. He estado de maravilla, conocí mucha gente en realidad, no tengo novio y Londres es perfecto.

—Muy precisa. Pero, en serio, yo en tu lugar hubiese traído conmigo a un extranjero guapo —refunfuñó Mina mientras hacía un intento por trenzar mi cabello.

—¿Cómo te atreves a decir eso en mi presencia? —rezongó Jihoon.

—También eres guapo —agregó Hyejoo.

—¿Lim? ¿Quién es Lim Hyesuk? —Los cuatro volteamos asustados a la grave voz que gritó mi nombre de repente en la clase—. Te llaman de la dirección, por favor, acompáñame.

—¿Vas llegando y ya te metiste en problemas?

—No me regañes, Hyejoo, ni yo sé por qué me llaman.

Me levanté y —luego de despedirme rápidamente de los chicos— seguí al señor, quien con una mirada fría caminaba a mi lado. Esperaba que no fuera lo que mi madre había comentado esta mañana.

Llegamos en instantes a la oficina y, sin decir absolutamente nada, aquel señor abrió la puerta, dejándome pasar.

—¿Señorita Lim? —afirmé moviendo repetidas veces la cabeza hacia donde un hombre de cabellos blanquecinos se encontraba—. Siéntese, por favor. Se preguntará por qué la llamé hasta aquí.

—Así es —contesté acomodando mi falda para acceder a su requerimiento.

—Está aprobado. —De una pequeña caja de cartón que yacía sobre su escritorio, extrajo un papel, el cual —luego de revisar— lo dejó frente a mí.

—¿Esto es...?

—Su solicitud está aprobada. Tiene bajas notas —ladeó la cabeza, inspeccionando una vez más la hoja con el ceño fruncido—, pero la aceptaron.

Por un momento creí que solo era una pesada, muy pesada broma de mis padres, pero no, y no fue nada grandioso como ambos la pintaron para mí.

—¿Desde cuándo debo asistir?

—Mañana normalmente. Espero que su estadía aquí haya sido de provecho. Le deseo suerte en su próxima escuela.

Literalmente fue un día.

₂₀ᴄᴍ  | Cʜᴏɪ Yᴇᴏɴᴊᴜɴحيث تعيش القصص. اكتشف الآن