Desdorada reticencia

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Miró con asco a su guía mono, pero mantuvo la boca cerrada porque Josefina estaba junto a él. Había conducido durante una hora para llegar hasta allá y se veía mareado a pesar de las gafas.

La hacienda colonial tenía un tamaño aproximado de setenta hectáreas. El camino hacia ella era estrecho y de tierra, aun atravesándolo en auto después de varias vicisitudes, no llevaba directamente a la primera puerta, debían cruzar un sendero, por el que, también se podía ingresar con caballos o burros, sin embargo, antes del sendero existía un llano descampado, que hacía de aparcamiento, con suficiente espacio para estacionar varios coches.

El guía, el mono naranja, estaba esperándolos en la carretera, Ricardo mostró reticencia a dejarlo entrar a su Jeep, antes de consentir con disgusto. Tenía esa esencia típica de los primates, aunque hace tiempo se los considerara casi extintos, y por ello fuera difícil ver uno caminando por ahí para establecer una comparación, actualmente, ante un incremento de estos se podía indicar que trasmitían una sensación parecida al andar.

El león, malhumorado, le pidió que fuera cuidadoso y no le dejara el asiento cubierto de pelo, porque era sabido que a los de "su raza" se le caía más de lo habitual.

El primer portón y la pared frontal dejaron al león y a su acompañante con las bocas abiertas. Era una muralla muy alta, con musgo en su parte inferior, esto, lejos de darle una apariencia de descuido, hacía que la fachada se viera en armonía con la naturaleza, de la parte de arriba, caían enredaderas verdes, sin flores. Josefina dio un paso hacia adelante, entusiasmada, pero Ricardo le sostuvo la mano, el gesto de su rostro no se podía definir.

Al verlos, el mono se aclaró la voz para explicar que la vegetación daba un gran toque romántico a la muralla y había crecido espontáneamente con el paso de las décadas, además, que si bien, el cuidado de la misma en la actualidad era importante para aquellos que la administraban, era bastante fácil conservarla tal como estaba sin arriesgarse a daños en la propiedad. 

―Cemento, tierra y vegetación, acá están en armonía.

Al portón, antecedían unas cuantas gradas de piedra, Ricardo las subió con calma, quedándose atrás, sacó una cámara de video y empezó a enfocar todo lo que le parecía interesante o digno de mostrar, mientras trataba de hacer buenas tomas, bostezó. Llegó al portón, era de una madera maciza, pintada de color café oscuro, el mono empujó con la fuerza de su brazo apoyado. Un sonido metálico se oyó detrás. Trató de empujar mucho más fuerte pero nada se movió. Tuvo que gritar desde afuera para que alguien los ayudara.

La puerta tenia seguros antiguos, externos e internos, lo que según él era una ventaja debido a que disminuía la posibilidad de que cualquiera se colara en la propiedad y en las actividades que se organizaban en ella.

―No me gusta — Expresó el león con tono malhumorado ― No solo es un lugar difícil de encontrar, también pueden haber muchos invitados que se queden afuera, deberían poner un encargado de la puerta.

―Si lo pide, durante el tiempo que se realice su actividad podemos contratar a alguien, pero eso también tendría un cos...

―El dinero no es el problema, solucione eso y todo va a estar bien.

El mono esbozo una sonrisa amable que suavizo aún más su rostro, asintió en silencio y empezó a caminar, pidiendo que lo siguieran. Había una enorme porción de terreno destinada al cultivo de maíz y algunos tubérculos, varios hombres trabajaban en ella. Josefina miraba todo con especial atención, manteniendo los ojos muy abiertos, Ricardo, por su lado, continuaba filmando las que consideraba ventajas y desventajas.

El maíz de aquellas tierras era inmenso, probablemente medía más de dos metros y medio, además era muy tupido, el león se quedó callado, observando, después preguntó un par de cosas, si es que regularmente habían personas trabajando en esos sembradíos, si es que el olor a abono podía llegar a la sección en la que se tenía planeado realizar la fiesta, el guía le pidió que se tranquilizara, ya que aparte de ser zonas separadas, sería muy difícil que por el tiempo de antelación de la reserva el olor se conservara tan fuerte como en ese momento.

Los Cuatro AstutosWhere stories live. Discover now