Capítulo 38

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Los chicos se sentían cansados y decidieron irse a dormir en sus habitaciones; mientras tanto, Juan y yo nos quedamos hablando sobre lo que pasaría de ahora en adelante.

—Nathalia...

—Dime Juan, ¿Sucede algo?

—No lo se, tal vez si... Es que te iras de nuevo y...

—Juan, te quiero y eso lo sabes, no debes preocuparte por la "distancia" siempre estaré para ti.

—Ven aquí— dijo extendiendo sus brazos y lo abracé sentándome en su regazo— gracias por esto— susurró.

—No me perderás, jamás— dije abrazándolo y dándole un beso en la mejilla.

—Oye... Creo que te quiero— dijo bromeando al separarse de mi.

—Yo estoy segura que te quiero, Juan Pablo Isaza Piñeros.

Me levanté y le di una señal sobre que me iría a dormir, él me siguió y entro al baño a cambiarse a una pijamada, en ese momento yo me cambié rápidamente y me pusé mi pijama.

Juan salió del baño y se acostó en la cama, hizo un campo y yo me acosté a su lado abrazándolo.

—Me gusta tu perfume— dije acomodándome para hacerle acariciarle el cabello.

—A mi me gustas tú.

Me sonrojé y agradecí porque las luces estaban apagadas, estábamos muy cansados y de repente nos quedamos dormidos.

Al otro día.

Hora: 11:24 AM.

Escuché a alguien tocar las puertas varias veces, vi que Juan aún seguía dormido y me deslicé lentamente para no despertarlo.

Abrí la puerta y Martín me miró coqueto.

—Buenos días, los estamos esperando para desayunar.

—Ya vamos— respondí y Martín se retiró.

No sabía cómo despertar a Juan Pablo, tal vez estaba muy dormido y no sería algo fácil. Decidí sentarme en la cama para acariciarle el cabello y decir su nombre casi susurrando para no asustarlo.

—Juan, Juan...— dije tres y cuatro veces... Hasta seis veces y él despertó.

—Buenos días, cariño— dijo sonriente.

¿Me dijo "CARIÑO"?

¡Inserte grito de niña pequeña emocionada!

—Buenos días— me sonrojé— los chicos nos esperan para desayunar— me levante y lo esperé en la puerta.

Él se levantó y pasamos al comedor en donde se encontraban todos.

—Buenos días— dijeron todos al unísono.

—Buenos días, queridos y querida— le guiñé el ojo a Nathalia.

Desayunamos y hablamos de lo bien que la habíamos pasado la noche anterior, cada uno pasó a bañarse y organizarse menos uno, ya que tenían que salir para arreglar unos asuntos de los próximos conciertos.

—Juan Pablo, ¿Sabes qué hora es?— le dije molesta, solo me miró y no respondió.

—No iré con los chicos— dijo acercándose a mi— me quedaré contigo hoy para no perder el tiempo.

—Oye no... La música es más importante que yo.

—Tranquila Nath, ya les dije a los chicos lo que tiene que hacer y sabes que está más que claro que no quiero perder el tiempo contigo— me abrazo fuertemente.

DORADA | Juan Pablo Isaza P.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora