18 CAPITULO

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Un escalofrió paso por todo el cuerpo de Helena, sentir nuevamente los brazos de él sobre su cuerpo, hizo que muchos recuerdos se le vinieran a la mente.

-Por favor Daniel...

-Por favor que Helena no me rechaces, tu cuerpo me está diciendo que también me desea, déjate llevar no pienses tanto las cosas. -Mientras le hablaba iba recorriendo con mucha delicadeza el cuerpo de ella, tratando de estimularla para que no lo fuera a rechazar.

-Por dejarme llevar por lo que siento en el momento y no pensar con la cabeza es que pasaron como pasaron las cosas. -Al escucharla así bruscamente la separo de él tan bruscamente que ella sintió un gran vacío en su corazón.

-Te arrepentiste de lo que paso.

-Tu no.

-Nunca me arrepentí de lo que viví contigo, de lo que si me arrepentir fue de no haber tenido la valentía de no haberme casado, tu no me estas preguntando pero te lo voy a contar, el día después de nuestro encuentro trate de todos los medios de buscarte, hasta hable con mi padrino pero no me quiso decir nada.

-Y que hubieras hecho si me hubieras encontrado.

-No me hubiera casado, pero al no encontrarte no me sentía con la fuerza detener todo y no casarme, no sabes lo que he sufrido, Isabel quedo varias veces embaraza de mí y todos los aborto, fue duro enterarme de todo eso, solamente los primeros meses de casados me fue fiel, el resto muchos hombres pasaron por su cuerpo.

-Pero el día que fuimos a contarte todo, ella estaba esperando un hijo tuyo.

-No era mío, no lo confeso antes de morir.

-Lo siento mucho. -Ella le acaricio la cara para que con este gesto el pudiera encontrar consuelo, porque en sus ojos se refleja tristeza y desilusión, no supo que la impulso hacerlo pero se le acerco y le dio un beso con mucha ternura, sus labios eran suaves y muy provocativo, sus lenguas bailaban como un compás de vals, la forma en que ambos se complementaron era algo de al mirar, eran como dos almas gemelas que formaban un solo ser.

Él coloco su frente con la de ella para poder lograr hacer llegar a sus pulmones un poco de aire, desea tanto a esa mujer que todo su juicio se fue al piso, cogió y la alzo haciendo que ella enredara sus piernas en su cintura y la condujo a su habitación, con mucha delicadeza la recostó en ella, veía en sus ojos como la excitación iba creciendo en ella, con mucho cuidado empezó a bajarle el vestido era una tortura para él, ver su piel blanca como el de una muñeca de porcelana.

-Eres hermosa Helena, no te puedes imaginar cuantas noches soñé para que nuevamente estuvieras nuevamente entre mis brazos.... -Helena lo cayo con un dedo para que no siguiera hablando.

-Si sigues hablando así, me darás tiempo para que piense mas de lo que debería y puede que me arrepienta de estar contigo.

-Nunca.

Sin dejar que eso ocurriera comenzó a devorar su boca y ella se lo permitió, empezó a recorrer con sus manos ese cuerpo que tanto había añorado, sentía como ella se estremecía con cada caricia que le propinaba, encontrando cada vez más susceptible a su contacto, en cambio ella divagaba su mente en como su cuerpo era un traicionera cuando él estaba cerca de ella, como había sido la primera vez no había podido controlar sus emociones.

Poco a poco fue bajando hasta agarrar con su boca uno de sus senos, haciéndole un suave mordisco con la intensidad justa para que ella se estremeciera en la más dulce excitación, escuchándola así salir de su boca un hermoso quejido que hizo que su miembro vibrara de tanta emisión.

-Si. -Gimió ella. El deseo se le había apoderado de tal manera que su cuerpo temblaba, asegurándole que casi llegara a su primer orgasmo.

Daniel deslizo su mano por el abdomen de ella y empezó acariciarla, abriéndole cada uno de sus pliegues hasta llegar hasta ese punto en donde ella encontraría la gloria que tanto anhelaba, lentamente con un dedo entraba y Salía de ella con una lentitud que para ella era toda una tortura.

-Por favor. -Imploro, al borde de la desesperación de no encontrar lo que tanto deseaba.

-Quiero que te corras para mi Helena, quiero ver cómo te corres.

Helena sabia que estaba empapada con sus fluidos, haciendo más fácil para que él la penetrara con sus dedos, lo miro a la cara encontrando a un Daniel que ardía en deseo por ella, no sabia si lo que estaba por pasar seria pasajero o si entre ellos podría existir un futuro, que decidió dejar de pensar más y dejarse por fin llevarse por lo que sentía y fue ahí en donde sin poder detener llego el alivio que tanto estaba esperando.

El vio como ella se estremecía alcanzando el orgasmo y sin darle tiempo a que ella saliera de ese trance, la embistió con tanta fuerza que un grito mayor llenaba su oídos de satisfacción, quería hacerla llegar nuevamente pero son su miembro dentro de ella y escucharla decir su nombre en el momento en que ambos llegaran.

Ella se estremecía cada vez mas cuando él entraba y salía de ella, el placer de sentirlo que nuevamente la hacia suya, era un acto de posesión que enfatizaba el hecho de que Daniel la reclamaba como suya, con fuerza le rodeaba su cintura para fuera cada vez más dentro de ella.

Las gotas de sudor empezaron asomarse el frente de Daniel a medida que cada embestía aumentara la intensidad.

-Mia. -Gruño él, como si la palabra fuera una promesa mientras entraba y salía de ella.

Helena gimió, abrazando a Daniel por los hombros , perdida por el ritmo de sus fuertes embestidas. Era eso lo que necesitaba, esa conexión ardorosa e irrefrenable con él.

Daniel empezaba a olvidarse del mundo mientras él la embestía sin piedad alguna y deslizaba una mano hasta su trasero para levantarle las caderas y que sintiera con mas intensidad su pene erecto. El cuerpo de Helena había sucumbido nuevamente en la excitación; cada roce de Daniel era para ella todo un caricia, haciendo que sus manos también recurrieran el cuerpo de él, le acariciaba la espalda, las nalgas, solo quería sentirlo hasta las mas profundad de sus entrañas.

-Mas fuerte. -Le pidió ella.

-Estamos para complacer a mi mujer, pero dime que eres mía, que solo yo puedo darte el placer que necesitas. -Ella con su cara le indico que así era, pero eso para él no era suficiente la quería escuchar.

-Dímelo Helena te quiero escuchar decirlo.

-Yo soy solo tuya, solo contigo me siento mujer, pero mueve más rápido por favor.

Para hacerla llegar mas rápido porque era muy poco lo que ya podía aguantar, le subió una pierna y la apoyo en su hombro y cambio de ángulo de modo que su miembro le estimulara el clítoris cada vez que entraba y salía de ella, haciendo que Helena llegara nuevamente al borde del clímax. Le clavo sus uñas en su espalda y sintió las vibración de los gruñidos de Daniel mientras él la besaba de tal forma como la estaba follando, de una forma intensa, excitante e implacable.

De un momento a otra Helena arqueo su cuerpo hacia atrás y presionando mas sus piernas en la cintura de Daniel, mientras su cuerpo sucumbía a una oleada de un potente orgasmo.

Daniel aparto sus labios de la boca de su amada mientras los espasmos vaginales le sacaban hasta la última gota de su esencia. La abrazo tan fuete mientras explotaba dentro de ella, sin ningún tipo de cuidado, no pensó en nada mas que llegar el también a la gloria que él había hecho llegar a su amada.

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