Capítulo 19: Tomar todo de él

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Cuando la noche estaba en su punto más hermoso, con la luna brillando en lo alto y las estrellas haciéndole compañía, dos chicos se encontraban en la cama del más pequeño sólo viendo al techo mientras compartían palabras y comentarios acerca de que habían hecho en el tiempo antes de volver a reunirse, ambos se reían y de vez en cuando el más bajo de sonrojaba antes las ocurrencias de su compañero. Ya todo estaba en paz entre ellos, no había más tensión, no había más tristeza, pero, si algo más, un sentimiento muy diferente, creciendo en los corazones de ambos y que posiblemente, los llevaría por un camino único y sin precedentes.

-Ya, ya, lo digo en serio -dijo entre risas, intentado que el más alto también dejara de reír, este estaba con una mano en el rostro soltando divertidas risas que se contagiaban en el aire- Yo...jamás he tenido una pareja

-¿Jamás? -lo miró con las cejas alzadas girándose para quedar de costado y recostando su cabeza en su mano.

-Jamás -sus mejillas ligeramente rojas mientras volvía a fijar su mirada en el techo- Estaba tan asustado de como las personas reaccionarían a mi que nunca consideré el que realmente pudiera gustarle a alguien por quien realmente soy -suspiró dejando reposar sus manos entrelazadas encima de su abdomen con una tímida sonrisa en sus rosados labios, que aún se encontraban algo hinchados después de la incesante sesión de besos.

-¿Y jamás te fijaste en alguien aunque sea un poquito? -preguntó el otro mirándolo con curiosidad.

El pequeño de ojos azules negó desviando ligeramente la mirada, algo avergonzado.

El mayor pasó en un movimiento a poyarse sobre su codo en el colchón para poder erguirse levemente y observar mejor al bello joven a su lado. Este se había mantenido boca arriba, con sus delicadas manos entrelazadas sobre su abdomen y las onditas de su cabello esparcidos en la almohada. Luciendo simplemente hermoso. Pasó su mirada de esos brillantes ojos azules a su respingada nariz, y por último a sus rojos labios, viéndose apetitosos ante sus ojos. Inevitablemente se relamió los suyos y miró al chico por unos segundos, viéndose serio de repente.

-¿No podrías considerar fijarte en mi? -finalmente habló mirando al joven con intensidad, quien de inmediato giró su rostro para verlo con los ojos bien abiertos y sus labios ligeramente separados por la impresión.

El gris con el azul celeste conectaron una vez más, Owen analizaba cada facción y expresión en Matthew buscando algún indicio de mentira. Sin embargo, al contrario de lo que pensaba, en el rostro de Matthew sólo podía encontrar verdad, seguridad, esperanza, ni un rastro de duda o titubeo. Todo lo que sólo había podido ver en películas o tan solo imaginar. Eso a lo que llaman "amor", era lo que estaba reflejado en esos intensos ojos grisáceos que se clavaban en los suyos como si quisieran comérselo.

Owen tembló y se quedó sin palabras ante aquella mirada.

El contrario acarició sus mejillas con suavidad, pasó las yemas de sus dedos delicadamente por las delineadas cejas del joven, luego guió las caricias por su nariz viendo cómo el pequeño mantenía su mirada fija en sus ojos, como hipnotizado, y luego, casi como un roce, pasó su pulgar por ese dulce y carnoso labio inferior, deseando querer comérselo a besos.

Los ojos de Owen se mantenían bien abiertos y atentos a todo lo que el mayor hacía, pero pronto estos se pasearon por labios del mismo, recordando inevitablemente el cómo se sentían contra los suyos, y muy en lo profundo preguntándose si ese sentimiento tan placentero fue sólo obra de su imaginación.

Fue entonces cuando el mayor se inclinó ligeramente, mirando deseoso esos apetitosos labios abajo de él, pidiendo así permiso para tocarlos. Cuando el pequeño captó su señal, su mirada se posó de igual forma en los labios ajenos con las mejillas pintadas de rosado, y a pesar de la vergüenza, inclinó el rostro, para después recibir la calidez de esos labios moldearse sobre los suyos, sus respiraciones mezclándose nuevamente y los ligeros temblores de su cuerpo haciéndose presentes otra vez. En realidad, tras la unión de sus labios y sentir el calor del cuerpo ajeno, pudo afirmar con seguridad que la imaginación no tenía cabida en ese sentimiento tan vivido y...excitante. Era real.

• | Ocultando La Belleza | •Where stories live. Discover now