Capítulo tres.

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Era sábado. JaeBum no podía estar más emocionado por librarse de toda su tarea que tenía que entregar la semana que viene. Ahora estaba en el patio de su casa, disfrutando del aire fresco y del silencio aunque muy a lo lejos podía oírse el unísono canto de los pájaros. Una tarde cualquiera pero que para él era gloriosa, porque por fin un día podía alejarse de aquél personaje el cuál se inventa para ser popular, personaje el cuál odia por ser todo lo contrario a él, y el personaje que soporta la gente que lo rodea. Un día en paz, en dónde podía ser él, no podía estar más feliz.

Frente a él había un vaso con limonada y dos cubos de hielo, los cuáles ya estaban a punto de derretirse completamente.

Nubes grandes y esponjosas adornaban el cielo azúl, el sol radiante que pegaba en su perfil, el suave viento que de a ratos erizaba su piel, el satisfactorio sonido de las copas de los árboles chocando, el canto de los pájaros más audible. Todo era tan perfecto. La tarde perfecta.

Oía su celular sonar pero no quería tomarlo, porque estaba bien así, disfrutando del clima, y leyendo por sexta vez su libro favorito, el cuál era algo cliché pero siempre lograba encender algo en él.

Estaba tan en paz. Sí, estaba. Porque una voz conocida interrumpió ese momento, y Jackson pasó por la puerta de la cocina que daba a dónde estaba él, con su cara egoísta de siempre y con una sonrisa falsa se acercó a él.

—¿Qué haces aquí? —preguntó JaeBum con el ceño fruncido, sin molestarse en apartar su vista del libro.

—Te mandé miles de mensajes diciéndote que quería venir a visitarte —alzó los hombros y se sentó junto a él. —¿estás leyendo?

—Es interesante y divertido. Te ayuda con bastantes cosas.

—¿Cómo cuáles? —preguntó y soltó una risita sarcástica que hizo que JaeBum se empiece a enojar de a poco.

—Olvídalo. No lo entenderías.

—¡Oye! también leo —se defendió.

—¿Qué lees?

—Mm...

Jackson se quedó pensando pero luego se quedó en completo silencio sintiéndose avergonzado. Mordió su labio inferior con enojo al oír la risa burlona que había soltado JaeBum y le arrebató el libro de las manos.

—Escúchame, no vine aquí para que me ignores por esto —dejó el libro a un costado y JaeBum sólo lo miró mal.

—Bien, ¿entonces qué?

—Estuve pensando en hacer una fiesta, mis papás volverán a China por tres días para hacer algunas cosas y tengo la casa libre, ¿me ayudarás?

«Las fiestas no son lo mío» pensó él, pero sabía perfectamente que esa no era la respuesta correcta, que por razones obvias no debería decirlo.

—Sí, claro —fingió una leve sonrisa y se volvió a callar, arrancando pequeñas hojas de pasto que estaban delante de él.

—¡Genial! será el sábado que viene, pero no digas ni una palabra, mis padres no saben nada —JaeBum notó emoción en Jackson por eso, y le pareció estúpido.

—Está bien...

—Estos días has estado algo callado, ¿qué sucede? ya te pareces a Mark —rió levemente.

—Siempre fui algo callado.

—No tanto cómo ahora... ¿sabes que puedes contarme cualquier cosa, verdad?

«Sí, Jackson. Creo que siento algo por el chico el cuál molestas todos los putos días, y finjo para caerte bien a tí y tus estúpidos amigos los cuáles no hacen nada más que pensar en ellos mismo, ¿qué piensas sobre eso?»

El día que me enamoré • [BGyeom]Where stories live. Discover now