xvi.

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Le lancé una uva a mi hermana y la atrapó con la boca.

—JJ preguntó mucho por ti —hizo una sonrisa pícara.

—¿En serio? —le pregunté.

—Sí, dijo que te debía una salida o algo así —admitió.

—Deberíamos de hacer una fiesta aquí —bromeé.

—Uh, no sería mala idea —rio—. Si hubiera más gente a quien invitar, tal vez sí nos divertiríamos.

Ella miró detrás de mí, donde estaba Seis esperando instrucciones.

—¿Tú crees que ellos puedan emborracharse? —me preguntó Reese refiriéndose a los 10 ayudantes.

Me lanzó una uva y fallé en atraparla. Estábamos frente a la casa, tratando de no aburrirnos. La noche anterior había estado muy extraña y solo recuerdo haberme casi desmayado en la cama con ayuda de Timothée.

—A veces me siento mal por ellos —le confesé a mi hermana mirando a Seis de reojo—. Son humanos así como tú y yo, ¿quién dice que no hubiéramos estado nosotras en su lugar?

—Según yo recuerdo, creo que yo no soy completamente humana —dijo.

Tenía razón. Aún seguían tratando de averiguar lo que era mi hermana. Habían algunas teorías, pero todavía no llegaban a la verdad.

Pensándolo bien, tal vez ya lo hayan hecho pero sin decirnos nada. Muy típico de ellos.

—Señoritas Welton —dijo Seis—, esta noche cenarán con un invitado.

Fruncí el ceño.

—¿Quién? —preguntó Reese.

—Aún no puedo informarles, pero me han pedido que les avisara —dijo ella.

¿Acaso era hora para que Timothée se apareciera? Oh, no. Reese se iba a volver loca.

—Iré por algo de tomar —le dije a Reese.

—Me traes algo —me pidió.

Asentí y caminé hacia la cabaña. Cuando me detuve en la entrada, no pude evitar recordar que aquí es donde había tenido mis sueños. Se me hacía lo más raro del mundo.

Caminé hacia el bar que estaba entre la biblioteca y el comedor y abrí el refrigerador. Me di cuenta que estaba repleto de todo tipo de bebidas: botellas de agua, cervezas, jugos, bebidas energizantes. En los últimos compartimientos habían algunos snacks y frutas.

—Extraño poder estar borracho —escuché la voz de Timothée un lado de mí.

—¿No les afecta el alcohol? —le pregunté.

Él negó con la cabeza.

Tomé dos botellas de agua y cerré el refri.

—Podemos tomarnos miles de botellas y solo sentiremos un cosquilleo, tal vez nunca nos podremos poner completamente borrachos —admitió.

—¿Es lo que más extrañas de ser humano? —pregunté.

—No, creo que lo peor es haber tenido que renunciar a mi vida familiar —dijo.

¿Acaso estaba teniendo un momento heart-to-heart con el idiota de la casa? Wow.

—¿A qué te refieres? —moví mi cuerpo para verlo.

—Los veo a todos, somos muy cercanos —empezó a decir—, pero ya no siento el mismo apego a ellos.

—¿No será porque creciste? —le pregunté.

The Others » timothée chalamet Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt