Gingerly

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El tiempo había pasado con rapidez. El otoño comenzaba a retirarse y la primer nevada estaba cada vez más cerca. Me había preparado para que los primeros días fueran difíciles, pero habían transcurrido con demasiada prontitud, que apenas comenzaba a comprender todo lo que estaba ocurriendo. Llevábamos varios días lejos de Seúl, de Tae Baekhyun y de los problemas que eso representaba. Y aunque estábamos a kilómetros de distancia, teníamos otro tipo de preocupaciones que seguían persiguiéndonos a donde quiera que fuéramos.

No podía mentir, estar con Yuri era lo más emocionante que había podido ocurrirme en toda la vida. Convivir con ella era fácil y sobre todo, fascinante. Pasábamos todo el tiempo juntas, pero por mucho que eso me gustará, también sabía, que el hecho de estar lejos, tenía un peso más grande en ella, qué en mí. Extrañaba a su madre y era la razón, de la mayor parte de sus preocupaciones.

En cuanto a mí, se podía decir que lo único que extrañaba, eran los momentos que estaba acostumbrada a pasar con Yujin y Hyewon. Aunque a estas dos últimas, realmente las extrañara. Difícilmente pensaba en la escuela y muy pocas veces en la empresa. Lejos de extrañar a mi padre, ahora, lo único que me preocupaba, era que él no nos encontrara.

De hecho, a pesar de las dificultades por las que pasábamos y de lo irónico que resultaba, )a verdad, era que nunca me había sentido tan libre como hasta ahora. Era una lástima que Yuri no pudiera sentirse de la misma manera.

Algunas noches, las pesadillas seguían apareciendo. Y siempre terminaban de la misma manera, con Yuri llorando abrazada a mí, hasta quedarse dormida. No sabía que tipo de recuerdos eran los que provocaban que terminara en ese estado, pero sin duda, me asustaban. Yo podía ayudarle a distraerse mientras estaba despierta, pero no podía hacer lo mismo cuando sus miedos y malos recuerdos, tomaban el control de sus sueños. Eran demasiadas cosas las que seguía guardando para si misma y no podía exigirle que me las contará todas, porque sabía que no estaba lista para hablar de ellas y en realidad, yo tampoco me sentía preparada para escucharla.

Por otra parte, trataba de apreciar cada instante que pasaba con ella. Pues después de todo, sí era la primera vez que me sentía de está manera, no sabía sí también sería la última. Porque ahora, era tan claro que Jo Yuri me gustaba. Me gustaba tanto, que había perdido el gusto por todo lo demás. Las cosas solo eran especiales porque ella estaba conmigo.

Podíamos platicar por horas y después, simplemente disfrutar del silencio que nos rodeaba. Me encantaba escucharla hablar y verla sonreír, sobre todo, si lo hacía conmigo. ¿Cómo no había podido darme cuenta antes? Ella me gustaba, en verdad me gustaba. Incluso, al decirlo en voz baja me parecía el mejor secreto que jamás haya tenido.

Pues era estaba de más saber, que debía ser un secreto. Teníamos un sin fin de problemas, los cuáles se iban acumulando con cada día que pasaba. No podía hablarle de lo que sentía por ella. No en circunstancias así. No, cuando aún no sabía que esperar de todo esto. Era un mundo totalmente desconocido para mí, tenía estos sentimiento que parecían crecer con cada mirada que ella me daba, pero ¿A qué podía aspirar?, ¿A qué ella se sintiera de la misma manera que yo? Se sentía segura conmigo, me lo había dicho. Confiaba en mí, podía notarlo. Pero no estaba segura de que su corazón se acelerara de la misma forma que el mío, o qué, a ella le gustara verme tanto como a mí me gustaba verla a ella. No, tal vez no. Tal vez, nuestros sentimientos eran diferentes.

Lo más extraño, es qué era lo que menos me importaba. A mí me gustaba ella y para mí, eso ya era suficiente.

Volteé a mirarla, en cuanto su voz me atrajo a la realidad. Me sentí avergonzada, al darme cuenta de que había estado llamándome más de una vez, mientras mis ojos se habían quedado fijamente en la ventana de aquel local.

For you, I will.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora