Capítulo 04.

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Me había quedado parada como una imbécil, mirando hacia la dirección por donde se había pasado Cedric. Sus palabras se repetían una y otra vez en mi cabeza; no me las esperaba, a decir verdad. Y es que él era demasiado guapo, parecía sacado de alguna revista, película o desfile. No tenía ni idea que los amigos de Finn eran tan guapos. Y tampoco esperaba que fuera el mismo chico con el que compartí asiento en el avión horas antes; además, yo no soy de creer mucho en las “casualidades”, más bien creo en el destino. Y vaya, el destino trae muchas sorpresas.

Sacudí la cabeza y encaminándome hacia el salón, donde estaban Finn y Cedric sentados en el sofá bebiendo u par de latas de cerveza. Crucé miradas con Cedric, a la vez que él esbozaba una sensual sonrisa que me ponía la piel de gallina. Sonreí un poco incómoda, colocando un mechón de cabello detrás de mi oreja y me senté en el sillón individual que estaba delante de ellos.

—Cedric me ha comentado que ya os conocíais —dijo mi hermano, mirándome interrogante y protector, como hacía siempre que se trataba de chicos.

—Pues sí... No estaba muy segura de que fuese el mismo chico con el que compartí vuelo, pero ya veo que sí —dije un tanto nerviosa—. Perdón por no comentártelo. Pensé que nunca más lo iba a ver.

—Finn ha hablado mucho de ti, todos nosotros estábamos deseando conocerte.

—¿Cómo que «todos nosotros»? —arqueé una ceja, curiosa.

—Mis amigos, Lexie —Finn se encogió en hombros, levantándose del sofá—. Bueno, la cena está servida y creo que deberíamos empezar a comer ya.

Cedric y yo le seguimos, dirigiéndonos hacia la mesa donde había tres platos llenos de pasta. Cuando los tenía delante no sabía cuál sería el mío: los tres estaban llenos a rebosar.

Me senté en la silla que tenía más cerca. Al ser la mesa cuadrada y no muy grande, tendría a Cedric cerca se sentara donde se sentase. Por suerte  —o no tanta—, se sentó en frente mío.

—Dime Finn —dije cuando los tres teníamos el culo pegado a la silla e íbamos a empezar a comer—, ¿cuántos tíos saben de mi existencia?

—Pues no sé —pinchó unos cuantos trozos de pasta con su tenedor y después se los llevó a la boca—. ¿Cinco? ¿Seis?

Alcé las cejas y rodé los ojos. Genial. Estaba segura de que tendría que aguantar a más de cinco tíos en casa cada día, con el salón hecho una mierda lleno de latas vacías de cerveza y bolsas vacías de patatas fritas.

Imité lo que hacían mi hermano y Cedric y empecé a comer.

—¿Cómo es que te has traído a tu hermana aquí? Ya sabes, a partir de ahora se acabó de traer aquí a todas las tías que te dé la gana.

Le lancé una mirada asesina a Cedric, pero éste no se dio ni cuenta.

—Como si trajese a muchas —contestó mi hermano, soltando una pequeña carcajada.

Los dos comenzaron una conversación absurda, a la vez que se metían comida a la boca. ¿No sabían que hablar con la boca llena era asqueroso? Se veía que no.

—Habrá sido duro dejar a tu novio solo en Búfalo, ¿verdad?

La mirada de Cedric se posó en la mía. Me sentí pequeña e indefensa ante aquellos oscuros ojos decorados por unas negras y largas pestañas.

—No tengo novio.

—¿No? —se hizo el sorprendido, pero él, mi hermano y yo, sabíamos que no lo estaba—. No tardarás mucho en tenerlo.

Cedric giró bruscamente su cabeza hacia mi hermano, el cual tenía las cejas alzadas y el tenedor clavado en un trozo de pasta sobre el plato. Estaba muy claro lo que había pasado: mi hermano era de esos de los que daban pisotones por debajo de la mesa para que el otro se callara.

Blackmailer ➳ j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora