Capítulo 17.

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Cuando era pequeña, más de una vez había dicho que quería ser enfermera o médico para curar y ayudar a la gente que estaba enferma. Pero ahora que había visto a mi hermano en aquellas condiciones, cualquier pizca de querer trabajar en un hospital se habían esfumado

—Lexieeeeee.

Y como Finn no podía hacer nada que no fuera respirar, dormir y comer, yo me había convertido en su asistenta personal las 24 horas del día; cosa que le encantaba.

—¿Qué quieres ya?

—Me aburro. Estoy harto de pasarme las horas encerrado aquí sin ver a nada ni a nadie —rodé los ojos, sabiendo a quién quería que llamara.

—Ahora llamo a Cedric, pero no te aseguro que pueda venir. Ha conseguido trabajo y su horario es por las mañanas.

—¿Cómo es que sabes tanto de Cedric, hermanita? ¿Algo que me tengas que contar que yo no sepa?

—Es la única persona que conozco aquí a parte de Gwen, y ella parece haber desaparecido, así que tendré que hablar con alguien, ¿no?

Asintió aún con esa sonrisa pícara sobre el rostro y yo salí de su habitación, donde estaba tumbado aún con trozos de cuerpo vendados.

Habían contratado a Cedric en una cafetería cerca de mi apartamento, a unos diez minutos caminando. Aún no entiendo como le habían podido contratar. En sitios como esos buscan personas sin tatuajes y sin perforaciones en el rostro y él tenía de todo eso. A primera vista, Cedric daría bastante respeto por no decir miedo.

Fui hasta el salón donde tenía el móvil y marqué el número de Cedric.

—Qué pasa, Lexie.

—Hola Cedric, ¿cómo estás? —antes de que pudiera responderme, continué hablando—. Te llamo porque mi hermano se ha empeñado en que vengas un rato.

 —¿Seguro que es él quien quiere que vaya?

Negué con la cabeza y me reí, separando el auricular de mi oído y chillando:

—Claro, la mía quiero que sea hawaiana, ¿vale?

Asentí con la cabeza y después de devolverle la sonrisa que me había lanzado salí de su habitación y entré en la mía, preparándome para que cuando viniera Cedric no se asustara de verme la cara.

.

Narra Justin.

¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que vi a Lexie?

La verdad era que no lo sabía, pero me podía hacer una idea del tiempo que había estado separado de ella pero pegado todo el día a Sally, literalmente.

Muchas veces he pensando que lo único bueno que tenía Sally era su físico y sus interminables ganas de tener sexo a todas horas. Parecía no tener fin nunca, y eso era lo que más me gustaba de ella.

Desbloqueé mi móvil y vi un par de mensajes de ella, en los cuales me preguntaba si quería que nos viéramos un rato.

Dios, no me dejaba ni descansar.

Cerré la conversación sin contestarle nada y admiré una vez más la imagen que tenía como fondo de pantalla: el culo de Lexie.

Echaba de menos ver sus ojos y sus labios inquietos, así que, ¿por qué no ir a hacerle una pequeña visita? Además, tenía que asegurarme de algo que tenía que haber hecho para mí. 

Blackmailer ➳ j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora