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Antes.

Correr y saltar nunca ha sido mi fuerte. Me definiría a mi misma como una persona más bien sedentaria, a excepción de la bicicleta. Sam, en cambio, tiene energía suficiente para correr rápidamente las tres vueltas a la cancha del colegio que exige el profesor de educación física y dos más para acompañarme en la agonía.

—Mira, ahí está Harry.

Volteo sin parar de trotar para verlo en las gradas hablando con otros chicos. Sam se ríe por lo bajo, trotando en reversa delante de mí.

—¿Crees que aún tenga...?

No respondo porque estoy sin aliento y debo decidir si usar el poco aire que me entra a los pulmones para respirar o para hablar, por lo que solo hago un amago de encogerme de hombros.

Harry se recuperó de su gripe la semana pasada y volvió a clases, pero Sam y yo notamos que tenía pequeñas manchas, un poco rojo y un poco violeta en el cuello; la teoría de Sam es que estuvo revolcándose con alguien que le dejó esas marcas con la boca. Yo no estoy segura de eso, porque, ¿quién falta casi una semana a clases por estar revolcándose con alguien? ¿Y cuál sería su excusa con sus padres, por ejemplo? Lo veo poco real, igual Sam ve muchas películas. Me pregunto qué clase de contenidos está mirando en su televisión. Mi teoría es que tal vez Harry tuvo viruela o alguna de esas enfermedades que solo dan una vez en la vida y dejan marcas en la piel, pero no nos hemos atrevido a preguntarle a qué se deben realmente.

Camino un poco al terminar de trotar, haciendo lo posible por mantener una respiración que no parezca la de un perro ahogándose. Sam se tumba en el pasto y yo me agacho a afirmar sus pies mientras hace abdominales. Cuento en mi mente cada vez que sube, se toca las rodillas y vuelve a bajar.

—Oye, ¿estás... más tranquila ahora? —me pregunta en cada subida.

—Sí. Aunque, ahora que oficialmente terminamos y luego oficialmente volvimos, ya no sé si seguir considerando que Niall y yo tenemos casi 4 meses juntos o si debo comenzar a contar nuestra relación desde cero.

Sam se ríe.

—Solo sigue... a tu corazón.

—Hablando en serio —digo—, mi corazón dice que todo está bien cuando estoy con él, pero mi cerebro me dice que debería estar alerta porque podría volver a terminar conmigo si la cosa se vuelve difícil.

—Normalmente te aconsejaría... hacerle caso a tu cerebro... Pero todos merecemos... una segunda oportunidad.

—Veintinueve, treinta —cuento y ella se detiene.

—No creo que esté mal que tu cerebro esté alerta —dice—, en tanto no dañe la relación. Si estás dentro, tienes que estarlo realmente, disfrutar el hecho de seguir juntos. Si solo vas a sentir miedo constantemente a que termine contigo otra vez, no creo que sea sano para ninguno de ustedes. Trata de olvidarlo. Si vuelve a suceder, tendrás que pensar bien si realmente vale la pena seguir con esa dinámica.

Nos cambiamos de lugar y yo comienzo con mis abdominales mientras Sam afirma mis pies y cuenta.

—Uno, dos, tres, cuatro...

De vuelta en el camarín, Niall me escribe para vernos hoy. Antes de responder, le muestro el mensaje a Sam. Con estos detalles, más el apoyo de Sam, mi seguridad comienza a crecer nuevamente.

—¿Lo ves? —dice ella con una enorme sonrisa.

Respondo: «Genial, puedo ir a tu departamento y estudiamos juntos.»

Niall: «Ivana me pidió ayuda con sus tareas de matemáticas, tendrá que ser en tu casa»

Yo: «¿Ivana? ¿Mi hermana Ivana?

Tienes una cita (fanfic n.h)Where stories live. Discover now