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Ahora.


Me despierto sin saber dónde estoy. Si no fuera porque un par de brazos me rodean como si yo fuese la única cosa estable en medio de una tormenta, probablemente hubiese intentado levantarme y salir pitando como una loca. Su aroma familiar y el calor que su cuerpo me proporciona, me tranquilizan, sin embargo.

Giro despacio sobre mi misma para mirarle de frente; su mandíbula esta muy apretada, más que su agarre en torno a mí. Sus ojos débilmente cerrados. La punta de su nariz tiene un tono rosa como el de la piel de los bebés.

No cubro de besos cada centímetro de su piel sólo porque sé que lo despertaría, y ya le he causado demasiados dolores de cabeza como para no dejarle descansar ahora. No tengo apuro, apenas comienza a amanecer, deben ser las 7am cuando mucho.

Con sumo cuidado, libero un brazo y deslizo la yema de mi dedo índice por su boca. A pesar de estar partidos, sus labios siguen teniendo ese color saludable de siempre, dejando fuera las pequeñas heridas por fragmentos de cuero que seguramente se ha arrancado con los dientes.

Tengo que hacer el esfuerzo más grande del mundo para mantener el autocontrol, pero no puedo evitar levantarme para depositar un beso en sus labios y luego apoyarme en su pecho.

—Eso ha sido más como un beso de las buenas noches. Esa energía no me alcanzaría ni para levantarme a hacer pis. —Su voz suena como arrastrándose.

Subo la mirada hasta sus ojos apenas abiertos, que me miran con gracia.

—No quería despertarte —me disculpo.

—Joder, Vinka —susurra él, pero no es como si estuviese enojado.

—¿Qué?

—Tu voz —suelta en el camino a mi boca. Me da un beso de verdad, con su mano en mi nuca y todo. Un beso de aquellos que te hacen sufrir de sólo pensar que va a terminar.

Después de un buen rato, Niall se obliga a sí mismo a levantarse para tomar la ducha, cuando nos damos cuenta de que el cielo comienza ya a iluminarse y mi papá me envía un texto para asegurarse de que estoy bien. Tal vez si hubiese traído mi equipo de deporte, mi vuelta a casa resultaría más convincente para él, y estaría tan feliz creyendo que he vuelto a hacer ejercicio, que seguramente no pensaría en cuántas horas he estado fuera. Pero después de soñar que se llevaban a Niall, no es como si hubiese podido pensar con mucha claridad, jamás se me hubiera ocurrido la idea de salir con mi equipo. 

El mismo tipo de ansiedad que me comía el cerebro cada vez que Niall me visitó en mi departamento me invade ahora mientras él está en la ducha. Yo temía ir al baño o dormirme cuando él estaba ahí conmigo, porque creía que iba a irse sin que yo me enterara. Ahora es bastante ridículo sentirme así, pero la única que podría irse de aquí soy yo, desde que él se encuentra en su propio piso, y yo sé que no me iré a ninguna parte aún. 

Voy a la cocina para buscar algo con que preparar un desayuno, así me distraigo de esos pensamientos irracionales. Pero se me cae el alma a los pies al no encontrar nada más que dos cajitas de cereal individuales. ¿Qué pasó con toda la comida que Harry me dijo ayer que le había traído? No creí que pudiera mentirme sobre eso, ni siquiera para que estuviera tranquila. Se supone que Harry está de su lado también y quiere ayudarlo. 

—¿Qué haces? —me pregunta Niall desde el umbral de la puerta. Me sobresalto al verlo parado ahí, quien sabe hace cuánto rato. 

—Nada. 

Enarca una ceja. Su cabello está mojado y alborotado, y la camiseta se le pega en algunas partes del cuerpo gracias a la humedad. Mi pregunto si está tratando de matarme o algo. 

Tienes una cita (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora