Capítulo 2

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Emilia.

El último cliente se fue hace 5 minutos, ya estamos cerrando la cafetería, la señora Dalia está haciendo las cuentas del día, Javier está recogiendo las últimas mesas mientras cierro las persianas.

—Chicos, vengan por sus respectivos pagos— Nos dice la señora Dalia, a ambos nos brillan los ojos. Nos acercamos y nos da un sobre a cada uno.

—Gracias señora Dalia— Le sonrío y ella a mí.

—Vamos a extrañarte por aquí cariño, siempre trataste muy bien a los clientes— Llevo trabajando aquí casi un año, la cafetería queda cerca de mi casa, la señora Dalia es vecina de Paula y tiene la cafetería desde hace casi 30 años.

—Yo extrañaré trabajar aquí— Le digo con pesar —Hoy es mi último día de trabajo —Me mira con tristeza.

—¿A mí no va a extrañarme señora Dalia?— Dice Javier con tono burlesco.

—Tú seguirás por aquí Javier— Le dice reprochándolo. Ambos nos reímos. Es cierto, Javier irá a la universidad local, en mi caso iré a estudiar a una ciudad que queda a 8 horas por carretera.

Como dije antes, este es mi último día de trabajo, me tomaré toda la semana que viene para alistar y empacar mis cosas y luego instalarme en mi nuevo hogar.

Nos despedimos de la señora Dalia, Javier y yo caminamos hacia mi casa, le dije que le invitaría a cenar, porque ganó la apuesta que hicimos, una apuesta estúpida para matar el tiempo.

—Emi ¿Qué te parece si en lugar de ir a tu casa vamos a comer a otro lado?— La pregunta me toma desprevenida, sé que Javier gusta de mí, ya había intentado invitarme a salir antes y yo me he venido haciendo la tonta, además sé que la estúpida apuesta que hicimos era para lograr justamente esto.

—¿A otro lado?— Le digo intentando hacerme la tonta, como siempre.

—Sí, es decir siempre cenas en tu casa ¿no te gustaría cenar en un lugar diferente?— Lo pienso y no encuentro fallas en su lógica.

—Mmm ¿Por qué no?— Le digo sin mucho interés, ya me queda poco tiempo en esta ciudad.

—¿Eso quiere decir que sí?— Asiento con la cabeza, Javier no es un mal chico, tampoco es feo pero la verdad es que no me gusta del modo en el que yo le gusto a él. Lo conocí cuando empecé a trabajar en la cafetería y congeniamos de inmediato.

—¡Genial! — Tiene una sonrisa de oreja a oreja.

—Déjame avisarle a mi mamá que iré a cenar contigo— Le envío un mensaje de texto a mi mamá para avisarle que no llegaré a casa todavía, y como lo esperaba, su mensaje de respuesta no es nada alentador.

"Como te gusta perder el tiempo con gente que no vale la pena" — Esa es su respuesta. Suelto un gran suspiro, eso es lo que mi madre me dice todo el tiempo, que siempre salgo con perdedores, que debería buscarme un novio rico para que pueda "salir de pobre", lo que sea que eso signifique, como si no pudiera hacerlo yo sola.

—¿Y bien a dónde quieres ir?— Me pregunta Javier.

—No lo sé, pensé que ya lo tenías todo planeado— Le digo con cierto sarcasmo y me río.

—Si te soy sincero, no pensé que aceptarías— Sonríe y se encoge de hombros.

—Me convenciste con lo de hacer algo diferente— Le digo con sinceridad.

—Vamos a algún restaurante en el centro ¿Quieres?—

—Me parece una buena idea—

Pedimos un Uber para encaminarnos al centro de la ciudad.

El arte de vivirWhere stories live. Discover now