Tres alumnas recién llegadas son incorporadas a una nueva Universidad llamada Rose. En ella, conviven ciertos personajes "conocidos" que las llevaran a sentir muchas emociones en su día a día como aprendices. Narrada desde la vista de cada una, junt...
Andrea apagó el despertador y saltó de la cama inmediatamente. Tenía mil cosas que hacer, así que decidió levantarse un poco antes para ponerse a ello cuanto antes.
Normalmente lo primero que hacía era ponerse un café y leer las noticias, pero como estaba tan dormida decidió darse una ducha. Siempre que se levantaba antes de tiempo para trabajar lo hacía, le ayudaba a despejarse y empezar el día con más ganas (aunque eso no era muy difícil...)
Una vez vestida y con su café recién hecho en mano, encendió el ordenador y contestó los mails pendientes que tenía. Después terminó unos ejercicios que no le dio tiempo a hacer el día anterior y empezó a estudiar historia.
No le gustaba la asignatura ni un pelo, le costaba mucho concentrarse, así que tenía que empezar a estudiar cuanto antes si no quería suspenderla.
Pasada una hora, Andrea recogió todo, fregó la taza del desayuno y se tiró en el sofá a ver videos en redes sociales. La chica no pudo evitar reírse a carcajadas cuando vio un video en el que una niña casi pega a su madre con un cepillo porque tenía una araña en la cara. Pensó en Silvia nada más verlo. Le gustaba pensar que Silvia hubiese actuado como la cría, pero siendo sincera, estaba segura de que hubiese salido corriendo mientras gritaba.
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Mientras se reía alguien llamó al timbre. Andrea se levantó para abrir la puerta, segura de que sería Reiner.
- Buenos días vecina ¿qué tal estás?
- Reiner, ¿qué haces aquí a esta hora?
- Saludar a la vecina más guapa del mundo entero.
- Bueno... Sea lo que sea la respuesta es NO.
- A ver, que no es nada malo, pero si que me da palo decirlo.
- Pues no lo digas, si nadie te obliga...
- Venga va, no seas así. -Dijo Reiner poniendo cara de niño bueno.
- ¿Qué te pasa?
- No me gusta pedir ayuda, ni reconocer que la necesito, pero no me entero de una sola palabra en matemáticas, y Nanaba no pasa ni una... Sé que a ti se te da muy bien así que he pensado que tal vez me podrías echar una mano. Si puedes claro, tampoco quiero que...
Andrea no dejó terminar al chico, no tenía problema en ayudarle y, además, tenía una idea en mente.
- No te preocupes, yo te ayudo si lo necesitas.
- ¿De verdad? ¡Mil gracias! ¡Eres increíble!
- Eso sí, tiene que ser los findes, el resto de la semana no puedo.
- Sisi, cuando puedas.
- Bueno, pues lo vamos hablando y te vienes cuando lo necesites.
- Genial. Muchas gracias en serio, me salvas la vida.
