Un Amor Entre Flechas Y Espadas (Aioros x Shura)

Capitulo 31

El chico de cabellos castaños se quedó sin palabras, estaba boquiabierto, diviso a su pareja de pies a cabeza, en unos segundos su expresión de sorpresa fue cambiando hasta que se le reflejará una sonrisa en su rostro

Por otro lado el español se llevó a una de sus manos hasta cubrirse su boca, mostrando una tímida e inocente expresión en su rostro, mientras que con la otra mano fue hasta su cadera, observó a su novio, provocando un sonrojo mucho más notorio en sus mejillas

Aioros:Mi amor eres perfecto

Shura:Aioros, no digas eso- argumento apenado

Aioros:Pero lo eres cariño- se levanto de la cama provocando que accidentalmente se le cayera la toalla, quedando de igual manera que su novio- No te quiero forzar, desearía que cada vez que decidamos tener ese tipo de contacto, fuese por voluntad propia de ambos, y no por el simple hecho de complacerme a mi, aún sabiendo que tal vez no te sientas cómodo- lo tomo de sus mejillas para rozar sus labios con los de su pareja- Yo te amo Shura, y se que tú también sientes lo mismo que yo pero no me hace sentir mejor al verte hacer algo que quizás no quieras cariño- decía mientras acariciaba una de sus mejillas del menor

Shura:Aioros...- le sonrió tiernamente- Mi amor no, no me siento presionado, te amo, y quiero estar contigo, compartir un momento íntimo entre nosotros, juntos- acaricio y revolvió los cabellos castaños del amor de su vida- Desde hace un par de días que deseo eso, sentir tu piel junto a la mía, tu calidez al tocarme, te deseo a ti, Aioros de Sagitario- beso dulcemente los labios del griego- Eres lo mejor que me pudo pasar en la vida, mi cielo- le dió un abrazo a la par que sentía como el arquero acariciaba sus suaves y sedosos cabellos verdosos que poseía- No sabes cuánto te quiero Aioros

Aioros:Yo mucho más cariño- argumento en medio del abrazo- Tu sabes que te amo con todo mi corazón, nunca haría algo para incomodarte ni mucho menos para lastimarte, se que talvez te aburra que siempre te lo diga, pero es lo que pienso y también lo que siento- acunó el blanquecino rostro de su español, besando nuevamente los labios rosados de su amado príncipe, como a veces suele llamarle

Un beso dulce, lleno de amor, el amor que se tienen, esa sensación de sentir el aliento de ambos tan cerca, desbordando toda esa pasión, esa chispa que recorría en el interior de sus cuerpos, con ya todo aclarado querían sentirse el uno al otro, como tanto desearon hacer un par de días

Poco a poco ese beso fue incrementando de nivel, uno apasionado, ambos sentían como el contrario acariciaba delicadamente el cuerpo del otro, a la par que sus pies los iban guiando a la gran cama del mayor

Shura:No sabes cuánto esperé ésto- coloco una de sus manos sobre el pecho del arquero

Aioros:Yo también mi querido príncipe- argumento en un susurro, acariciando suavemente y entrelazando sus dedos en la cabellera verdosa del español- Te deseo tanto- volvio a capturar los labios del azabache con los suyos

El chico de la cinta roja, poco a poco fue sentando a su amado novio hasta llegar a quedar inclinado frente a él, comenzó a repartir besos sobre su cuello, provocando los primeros jadeos por parte del menor, quien se dedicó a acariciar la espalda del moreno con un brazo mientras que el otro lo mantenía sobre la cama para tener estabilidad. Al poco tiempo Aioros fue acostando a Shura sobre la cama, mientras repartía besos sobre el cuello, rostro y la clavícula izquierda del chico de hebras verdes, por otro lado este último mantenía una pequeña sonrisa en sus rosados y carnosos labios

El azabache se estaba dejando llevar por el placer que le proporcionaba el heleno, sentir sus manos viajando libremente por su cuerpo, los besos que quedarían grabados en su piel, las cuales desaparecerán con el paso de los días, pero no de su mente. Desde otra perspectiva, el griego de igual manera se estaba dejando llevar por el placer, adoraba sentir el agradable aroma que desprendía el frío cuerpo de su pareja, recorría con sus labios cada rincón de su piel, blanca como una rosa de ese mismo color, dichoso se sentía, al poder besar aquellos labios españoles que tanto adoraba